El ataque de EEUU contra Siria se basó en mentiras

Expertos norteamericanos afirman que el informe de los servicios de inteligencia de EEUU es falso y fraudulento y que Trump atacó a Siria sin pruebas




Steven Rosenfeld

El 7 de abril, el presidente Trump cometió su primer “acto de guerra” al atacar a Siria con misiles en respuesta a lo que, según el mandatario norteamericano, fue un ataque con armas químicas del gobierno sirio que mató a una gran cantidad de personas. Pero el posterior informe de inteligencia de la Casa Blanca, que supuestamente ofrecía evidencias del papel de Damasco, era “falso” y “fraudulento”, lo que sugiere un “encubrimiento” de un presidente que actúa sin ningún tipo de información previa y que miente descaradamente a los ciudadanos.

Estas son las caracterizaciones de dos veteranos expertos en asuntos bélicos y sistemas de misiles, las cuales —junto con los comentarios coordinados del vicepresidente Mike Pence en Corea del Sur y del secretario de estado Rex Tillerson en Rusia, en el sentido de que la “paciencia estratégica” de EEUU se está terminando— sugieren que Trump podría estar buscando una guerra, aunque eso suponga fabricar mentiras.

El expresidente George W. Bush fabricó mentiras sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein antes de invadir Irak en abril de 2003. Lo que ahora parece estar emergiendo de las más altas esferas de la administración Trump es similar a los pronunciamientos y las falsas evidencias de Bush tras el ataque terrorista del 11-S.

Este último estallido de militarismo comenzó el 4 de abril, cuando parece que un gas tóxico, posiblemente gas sarín, mató a decenas de civiles sirios en la ciudad de Jan Sheijún. Estas muertes, de hombres, mujeres y niños, son innegables y están documentadas en vídeos. Lo que todavía no sabemos es qué gas tóxico fue utilizado, cómo fue difundido y quién estuvo detrás del mismo. Esto es lo que ha afirmado Phyllis Bennis, directora del Proyecto Nuevo Internacionalismo del Instituto de Estudios Políticos, si bien científicos de la ONU y médicos turcos que hicieron las autopsias han señalado que se trata de gas sarín.

“Puede que el gobierno sirio sea el responsable del ataque, o podrían ser otros”, ha dicho Bennis. “Pero sin una investigación internacional independiente, simplemente no lo sabremos. Eso significa que la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) —un organismo internacional del que son miembros 192 estados— debe encargar esa investigación y un informe exhaustivo”.

“Del mismo modo —añadió Bennis—, tenemos informes de las autopsias realizadas en Turquía que indican que se trata de gas sarín; al parecer, científicos de la OPAQ y de la ONU estuvieron presentes. Pero estos informes han sido elaborados por autoridades forenses y sanitarias turcas. Así, pues, insisto en que sin una investigación exhaustiva y completa, todas las incógnitas seguirán siendo eso, incógnitas”.

Lo que no es una incógnita, sin embargo, es que tres días después del asalto, el 7 de abril, Trump ordenó un ataque con misiles de crucero contra un aeródromo militar sirio.

“Esto fue un acto de guerra”, dijo Bennis. "Aunque conociéramos la verdad, aunque hubiera una fuente fiable que afirmara que el gobierno sirio era el responsable del atentado, eso no daría a la Casa Blanca y al Pentágono el derecho de atacar unilateralmente a Siria sin la autorización de la ONU, puesto que EEUU no fue atacado, y sin consultas ni autorización del Congreso, en clara violación de la ley de Poderes de Guerra.

El 11 de abril, bajo un aluvión de críticas, la Casa Blanca emitió un informe de cuatro páginas en el que culpaba abiertamente al régimen sirio del ataque tóxico, diciendo que fue lanzado por un avión que salió del aeropuerto atacado por los misiles de EEUU y acusando a Rusia de mentir cuando afirmó que el gas tóxico estaba en manos de los grupos que combaten contra el régimen.

“Estados Unidos está convencido de que el régimen sirio llevó a cabo un ataque con armas químicas, utilizando gas sarín contra su propio pueblo en la ciudad de Jan Sheijún, en la sureña provincia de Idlib, el 4 de abril de 2017”. Así empezaba el citado informe. “Nuestras informaciones indican que el agente químico fue lanzado por aviones SU–22 del gobierno […] Nuestras informaciones indican que personal históricamente asociado con el programa de armas químicas de Siria estuvo en el aeródromo de Sheirat a finales de marzo haciendo los preparativos de un próximo ataque en el norte de Siria y que también estuvieron presentes en dicho aeródromo el día del ataque”.

El informe sigue diciendo que “estamos convencidos de que nuestra valoración es correcta, porque tenemos informaciones de los servicios de inteligencia de señales y geoespacial, análisis de laboratorio de muestras fisiológicas recogidas de varias víctimas, así como un conjunto significativo de informaciones obtenidas abiertamente, que nos cuentan una historia clara y consistente”.

Pero estas afirmaciones no son claras, ni consistentes ni convincentes, según Theodore Postol, profesor de Ciencia, Tecnología y Seguridad Internacional en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Postol, que ha recibido numerosos galardones por su trabajo en sistemas de misiles y ha trabajado para la oficina del jefe de operaciones navales, examinó las mismas fuentes de información citadas por la Casa Blanca y concluyó, en un análisis de 14 páginas, que, ante todo, lo que sucedió en Jan Sheijún no fue un ataque aéreo.

“Es importante ser claro sobre lo que estoy diciendo”, dijo a AlterNet. “Lo que estoy diciendo es que el llamado informe de inteligencia de la Casa Blanca emitido el 11 de abril es totalmente inconsistente con las afirmaciones que hace. No digo que yo sepa lo que pasó, porque no lo sé. Lo que sé es que este informe fue fabricado sin las metodologías de inteligencia que dice haber empleado. Tengo datos que he estudiado minuciosamente […] por ejemplo, hay datos de vídeo de este cráter que alegan que fue causado por un ataque aéreo, por unas municiones aéreas. Pero no fueron municiones aéreas. Eso se puede ver muy fácilmente”.

“Así que el tema es que la Casa Blanca publicó un informe de inteligencia falso y hay que preguntarse por qué lo hizo. Yo no lo sé”, añadió Postol. “Pero una posibilidad es que estén tratando de ocultar sus propias pistas, ya que no sabían lo que estaba pasando, y atacaron a un país extranjero. Y eso no es bueno”.

Bennis está de acuerdo en que el informe de inteligencia de la Casa Blanca no prueba lo que afirma.

“El documento de cuatro páginas hecho público por la Casa Blanca, que pretende probar que el gobierno sirio fue el responsable del ataque con armas químicas, no proporciona ninguna evidencia real de lo que afirma”, dice Bennis. “Hace una serie de afirmaciones, describe el tipo de información que tienen y, básicamente, dice: ‘confíen en nosotros’. Tiene el aspecto de un documento de la Casa Blanca, un documento político, y no la posición oficial de los servicios de inteligencia. No proporciona nada que pueda considerarse una prueba o una evidencia de quién, qué y cómo se llevó a cabo el ataque químico”.

No es la primera vez que Postol examina lo que la Casa Blanca ha dicho sobre el uso de armas químicas en Siria y en Irak. Cree que lo que está sucediendo en la Casa Blanca es alarmante y que es diferente de lo que pasó cuando el presidente Obama consideró atacar al régimen sirio por un supuesto uso de armas químicas en 2013. En el caso de Obama, Postol dijo que el presidente recibió inicialmente una información de inteligencia defectuosa que culpaba al régimen sirio y decidió suspender la represalia por insuficiencia de pruebas.

“El gobierno de Obama tuvo un incidente parecido en agosto de 2013”, dice Postol. “Fue algo diferente. Al presidente le dijeron que Siria había perpetrado el ataque de Guta el 21 de agosto de 2013 y se preparó para tomar represalias cuando, finalmente, le dijeron que la información de inteligencia no apoyaba sólidamente esa conclusión. Obama, entonces, se echó atrás, pero no porque no tuviera el valor de pasar a la acción”.

Por el contrario, parece que el presidente Trump ha ordenado una acción militar sin tener confirmación de la información acusatoria, señala Postol.

“Por lo que sé, el Consejo de Seguridad Nacional emitió el 11 de abril un informe de inteligencia fraudulento —subraya Postol—. Sospecho que alguien en la Casa Blanca quiere tapar algo. Y creo, aunque no lo sé, que lo que están tratando de ocultar es que tomaron todos esos riesgos para la seguridad del país sin evidencias que lo confirmaran”.

Esta perspectiva es tan alarmante como bien fundamentada, y tiene serias ramificaciones.

“Hay que hacer algo con nuestros servicios de inteligencia y con la política que los domina. Por lo que a mí respecta, esta no es aceptable”, dijo Postol. “Lo que debería suceder no va a suceder. Lo que debería suceder es una investigación seria de cómo se ha producido este informe fraudulento, quién lo ordenó y quién ha estado implicado. Está claro que se tomó una decisión importante, una decisión con consecuencias potencialmente graves para la seguridad nacional, sin ninguna información de inteligencia. Esa decisión se tomó, probablemente, por motivaciones políticas”.

El mayor riesgo de ordenar impulsivamente un ataque con misiles contra Siria, añade Postol, es que Trump “entrara sin querer en una confrontación militar con Rusia. Desde luego, puso a Rusia en una situación difícil. Y, probablemente, ha socavado nuestra capacidad para derrotar al Estado Islámico, porque necesitamos a Rusia para derrotarlo. Por eso fue una decisión muy importante”.

Las observaciones y reflexiones de Postol sobre la decisión de la Casa Blanca de ordenar un ataque militar sin la debida información de inteligencia, o la emisión de órdenes sin una evaluación exhaustiva de los planes de guerra y de los objetivos (y, posteriormente, la “fabricación” de informes para la propaganda y los medios, así como para el consumo de la gente), nos recuerda a la presidencia de George W. Bush. Algunos miembros del equipo de inteligencia de Bush fabricaron un caso para invadir Irak en base a unas supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Posteriormente, Bush dijo en público que había sido mal informado sobre las evidencias de que Irak tenía ese arsenal. Periodistas como James Fallows, de The Atlantic, han documentado cómo Bush tomó la decisión de lanzar una guerra contra Irak poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Lo que Trump y sus principales colaboradores están haciendo ahora es un eco de la retórica y los movimientos de Bush antes de la guerra de Irak. Después del ataque con misiles, el secretario de estado Tillerson ha repetido una y otra vez que “nuestra política de paciencia estratégica se ha terminado”. El vicepresidente Pence no solo repitió estas palabras el lunes en Corea del Sur, sino que sugirió que el ataque de EEUU era una señal de que Washington estaba dispuesto a usar sus armas de guerra.

“La paciencia estratégica ha sido el enfoque de la última administración estadounidense y de la actual”, dijo Pence en una rueda de prensa conjunta con el presidente en funciones de Corea del Sur Huang Kyo-Ahn, en referencia al programa de armas nucleares de Corea del Norte. “Solo en las dos últimas semanas, el mundo ha sido testigo de la fortaleza y la determinación de nuestro nuevo presidente para emprender acciones en Siria y Afganistán. Corea del Norte haría bien en no poner a prueba la determinación y la fortaleza de las fuerzas armadas de EEUU en esta región”.

Cuando estamos cerca de que se cumplan los cien días de la presidencia de Trump, la Casa Blanca no ha sido capaz de aprobar una sola ley importante. En su lugar, además de colocar a un juez derechista en la Corte Suprema con la ayuda de la mayoría republicana en el senado, Trump ya ha emprendido un acto de guerra: un ataque no autorizado contra un país extranjero. Y su administración ha fabricado evidencias para justificar ese ataque, un informe de inteligencia que no prueba lo que afirma.

Como ha dicho Postol, algo está pasando con los servicios de inteligencia de EEUU y con la política que lo rodea, y no es para hacer del mundo un lugar más seguro.



Steven Rosenfeld aborda temas de política nacional para AlterNet, incluyendo la democracia y los derechos de voto en Estados Unidos. Es autor de varios libros sobre elecciones y coautor de Who Controls Our Schools: How Billionaire-Sponsored Privatization Is Destroying Democracy and the Charter School Industry (AlterNet eBook, 2016).

Fuente: Trump’s Missile Attack on Syria Justified With Fake Intelligence, Experts Say, AlterNet, 17/04/2017

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

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