Entrar a Israel


Mauricio Amar Díaz

Se puede decir que Israel nunca otorga una nacionalidad israelí, sino una nacionalidad judía, lo que significa que sus nacionales son los judíos del mundo, mientras sus habitantes, históricos o inmigrantes, son concebidos como un asunto secundario, especialmente si no tienen el privilegio de tener la doble condición de ser ciudadano y judío.

En 1948, cuando se creó el Estado de Israel, fueron expulsados más de setecientos mil palestinos de sus hogares. En 1967, durante la guerra de los Seis Días, otros cuatrocientos mil vivieron la misma suerte siendo, en ambos casos, despojados de sus propiedades, destruidas sus tierras u ocupadas directamente por israelíes. Los palestinos expulsados por Israel crearon un gran cinturón de refugiados ubicados principalmente en los países árabes vecinos, donde sus penurias continuaron, al ser sólo parcialmente integrados en las sociedades de acogida y constituyendo barrios marginales.

En contraposición a esta tragedia que marca la identidad de los palestinos en el siglo XX, Israel aprobó en 1950 la llamada Ley del Retorno, que permite a cualquier judío, independientemente del país en el que haya nacido, ser acogido en el nuevo Estado. Desde 1952, a través de la Ley de Ciudadanía, todo judío, persona de madre judía o converso al judaísmo, puede adquirir la ciudadanía israelí. Si consideramos que al día de hoy existen más de 4 millones de palestinos refugiados que buscan hacer valer el derecho a retornar a sus hogares o a encontrar una solución justa a su dilema, la Ley del Retorno no puede ser vista más que como el dispositivo de etnificación del Estado de Israel; uno de los modos de asegurar la primacía de un grupo religioso-étnico a costa de la vida de un pueblo oprimido.

De hecho, se puede decir que Israel nunca otorga una nacionalidad israelí, sino una nacionalidad judía, lo que significa que sus nacionales son los judíos del mundo, mientras sus habitantes, históricos o inmigrantes, son concebidos como un asunto secundario, especialmente si no tienen el privilegio de tener la doble condición de ser ciudadano y judío. Esta es una extraña situación, que debemos calificar de única en el mundo, pues no hay otro Estado que emita pasaportes falsos (a nombre del Estado de Israel), para ocultar que dentro del territorio no existen más denominaciones que las de “judío” o “árabe”. Es por ello, dice Jonathan Cook, “que Israel debe falsear sus pasaportes: ningún funcionario de fronteras permitiría entrar a una persona cuyo pasaporte declarase simplemente que es “árabe” o “judío””[1]. Al reivindicar la primacía de los judíos, Israel asegura que “legalmente” el 93% de las tierras del Estado permanecerán fuera del alcance de los árabes palestinos que tienen ciudadanía israelí. La insistencia en que los dirigentes palestinos acepten el carácter judío de su Estado radica precisamente en la voluntad de mantener ad infinitum la segregación entre palestinos y judíos, haciendo del propio territorio israelí un sistema de Apartheid.

Es por esto que no representa ninguna sorpresa, que el Knesset (parlamento israelí) haya aprobado en febrero una nueva causal de prohibición a la entrada al territorio: apoyar la campaña por el Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel (BDS). La legislación, niega los permisos de ingreso y residencia temporal a cualquiera que públicamente llame al boicot a Israel o represente una organización que lo haya hecho [2]. Esto incluye la entrada de dichas personas incluso a los asentamientos israelíes en Cisjordania, declarados ilegales por el derecho internacional [3]. Obviamente, esta ley plantea un dilema para el propio Israel, pues muchos judíos en el mundo se han unido a la campaña por el BDS, luego, ellos como judíos pro-palestinos o lisa y llanamente contrarios a toda forma de racismo, quedarían impedidos de acceder a la Ley del Retorno. Este es un buen ejemplo para ilustrar cómo los proyectos racistas y/o coloniales finalmente se sostienen siempre en la arbitrariedad despótica, porque no les basta la propia enunciación esencialista, de un mundo supuestamente dividido entre culturas incompatibles unas con otras.

Pero aún más. La campaña del BDS ha sido concebida como una acción de presión pacífica, que apela a los ciudadanos del mundo entero, sin distinciones étnicas o religiosas, y cuyo únicos objetivos son terminar con la ocupación de Palestina, con la discriminación a los ciudadanos palestinos de Israel, con el muro de segregación con el que Israel asfixia a los palestinos de los Territorios Ocupados y hacer respetar el derecho al retorno, no de una abstracción como “los judíos” o “los árabes”, sino de quienes fueron expulsados brutalmente de sus hogares en 1948 y 1967 y que son reconocidos por los organismos internacionales como refugiados palestinos. Por eso hacen pleno sentido las palabras del parlamentario palestino de la Knesset Jamal Zahalka, para quien “Israel está violando las leyes internacionales y haciendo leyes que den legitimidad a la violación del derecho internacional. Este es el verdadero significado de la nueva ley israelí, que dice ‘si defiendes el derecho internacional, estás violando la ley israelí” [4].

La contraofensiva de Israel contra el BDS ha entrado en una nueva etapa por medio de esta ley. El Estado sionista sabe que su principal amenaza no es Hamas ni –obviamente– la Autoridad Nacional Palestina, que no pueden compararse a la convocatoria lanzada al mundo entero a participar de un movimiento contrario al racismo en todas sus formas y que, en fin, no apela de ninguna manera al ataque a un grupo específico, sino que se dirige a las estrategias por medio de las cuales el poder se despliega, para oprimir en nombre de la ficción de la supremacía de un determinado grupo. Ahora bien, si lo que busca Israel es poner en tela de juicio al movimiento BDS, sumándose a lo que podríamos llamar una ‘estrategia Trump’, lo cierto es que la prohibición saca a la luz la fuerza que el BDS ha alcanzado en un período de ya casi doce años.

Pero no sólo queda en evidencia la fuerza de la estrategia BDS, sino también el verdadero rostro de un Israel que durante años ha jugado al liberalismo para ganar la adhesión de diversos sectores no conservadores en diferentes países del mundo. La máscara principal de Israel ha sido la de un Estado abierto y demócrata, mientras ha llevado a cabo la ocupación racista de Palestina. Ahora, como dice el cineasta israelí Udi Aloni, la principal máscara de Israel es la defensa de un soldado asesinando a sangre fría a un prisionero de guerra y es la máscara favorita entre los más jóvenes. Ahora, por fin, la máscara empieza a coincidir con la realidad[5]. Aún así, está por verse cuál será la estrategia de Israel frente a la adhesión al BDS que crece en su propio territorio, donde participan también judíos israelíes. Como dice Cornell West, esta clase de leyes permite también saber qué ocurre realmente entre los israelíes. “Realmente veremos quién está comprometido con la democracia, quién está comprometido con los derechos humanos” [6].

NOTAS

[1] Cook, J., “Israel no reconocerá una nacionalidad israelí porque pretende mantener el carácter judío a toda costa”, trad. Loles Oliván Hijós, en Palestina Libre. URL:
http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=47127

[2] Wilson, N., “Israel set to pass law banning BDS activists from entry”, en Al Jazeera, 3 de febrero de 2017. URL:
http://www.aljazeera.com/indepth/features/2017/01/israel-anti-boycott-bill-violates-international-law-170130100931139.html

[3] Dearden, L., “Israel parliament approves travel ban for foreign supporters of BDS movement”, en Independent, 7 de marzo de 2017. URL:
http://www.independent.co.uk/news/world/middle-east/israel-travel-ban-boycott-supporters-bds-movement-banned-knesset-vote-settlements-visas-residency-a7616701.html

[4] Wilson, N., “Israel set to pass law banning BDS activists from entry”, en Al Jazeera, 3 de febrero de 2017. URL:
http://www.aljazeera.com/indepth/features/2017/01/israel-anti-boycott-bill-violates-international-law-170130100931139.html

[5] Democracy Now, 10 de marzo de 2017. URL:
https://www.democracynow.org/2017/3/10/activists_defiant_on_israels_travel_ban

[6] Haaretz, martes 8 de marzo de 2017. URL:
http://www.haaretz.com/israel-news/1.775880



Mauricio Amar Díaz es doctor en Filosofía por la Universidad de Chile.

Fuente: Entrar a Israel, El Desconcierto, 27/03/2017

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