El fracaso moral de la ONU



Lawrence Davidson

El 15 de marzo de 2017, la Comisión Económica y Social para Asia Occidental de la ONU (CESPAO) publicó un informe sobre las prácticas y políticas israelíes hacia los palestinos. Con el derecho internacional como criterio comparativo, el informe llegó a la “conclusión definitiva” de que “Israel es culpable de prácticas de apartheid. El término apartheid no fue utilizado en el informe de una manera “peyorativa”, sino como una descripción basada en la evidencia y el significado legal aceptado del mismo.

Estados Unidos e Israel armaron tal alboroto que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en una muestra de debilidad moral, ordenó la retirada del informe. La jefa de la CESPAO, la diplomática jordana Rima Jalaf, decidió que su conciencia no le permitía obedecer esa orden y presentó su dimisión.

Informe

La cobertura inicial del incidente por parte del New York Times prestó poca atención a la exactitud del informe, algo que habría permitido al diario informar a sus lectores de las condiciones de vida reales de los palestinos bajo la dominación israelí. Por el contrario, cuestionó el informe y a quienes lo elaboraron. Por ejemplo, el NYT nos dijo que “el informe provocó la indignación de Israel y de EEUU”. Según el periódico la embajadora de EEUU en la ONU, Nikki R. Haley, dijo que “cuando alguien difunde un informe falso y difamatorio en nombre de la ONU, es apropiado que esa persona dimita”. En la información del NYT no se dijo que la acusación de la Sra. Haley era, ella misma, falsa. Informaciones posteriores del periódico solo mejoraron ligeramente esa versión.

El NYT sí prestó atención al hecho de que, entre los autores del informe, se encontraba el experto en derechos humanos de la ONU Richard Falk, quien sirvió seis años como Relator Especial para los Territorios Ocupados. Según el NYT, su presencia tenía que “irritar a muchos simpatizantes de Israel que le consideran un antisemita”. Es preocupante que un periódico que pretende representar el no va más del periodismo profesional sostenga semejantes calumnias sin evaluarlas adecuadamente. Richard Falk, que es judío, tiene un impecable historial académico y de servicio público. Su reputación de persona honesta y entregada a la causa de los derechos humanos es un ejemplo de las mejores prácticas de los valores judíos. Tiene, pues, todo el derecho de decir que “he sido calumniado con el fin de desacreditar el informe”, un estudio que “hace todo lo posible por examinar las evidencias y analizar la ley aplicable de una manera profesional”.

El comportamiento de Israel

Una consideración objetiva del comportamiento de Israel hace que sea difícil escapar de la brutal realidad de sus prácticas oficialmente toleradas.

El 17 de marzo de 2017, al mismo tiempo que se retiraba el informe de la CESPAO bajo fuertes presiones, el Departamento de Estado de EEUU publicó un informe sobre las “graves violaciones cometidas contra los niños palestinos que viven bajo la ocupación militar israelí”. Ese es uno de los informes anuales del departamento sobre las violaciones de los derechos humanos en el mundo. Entre las violaciones cometidas por Israel citadas en el documento figuran la práctica de las detenciones ilegales, las confesiones arrancadas bajo coacción y el uso excesivo de la fuerza, incluyendo la tortura y los asesinatos.

Normalmente, estos informes anuales sobre los derechos humanos suelen ser hechos públicos por el secretario de estado. Este año Rex Tillerson, que ocupa actualmente el cargo, no apareció en ningún momento. Y, por supuesto, el presidente Trump no escribió ninguno de sus característicos tuits en referencia al comportamiento bárbaro de Israel.

Con anterioridad, el 8 de febrero de 2017, se informó que “Israel ha prohibido la entrada de gas de anestesia en la Franja de Gaza”. En este territorio palestino hay actualmente una lista de espera de unos 200 pacientes que necesitan atención quirúrgica y algunos morirán debido a la prohibición de Israel.

Una semana más tarde, el 14 de febrero, se informó que las autoridades israelíes estaban chantajeando a pacientes palestinos que pedían permiso para entrar en Israel con el fin de recibir tratamiento médico. A un gazatí de 17 años que padecía de una cardiopatía congénita y necesitaba que sustituyeran su válvula cardíaca “le dijeron explícitamente que, para salir de Gaza y ser operado, tenía que cooperar con las fuerzas de seguridad y espiar para Israel”. El chico se negó y, al poco, murió. Esta no es una táctica nueva ni inusual en los israelíes.

Chantajes por doquier

El fracaso moral de la ONU, representado por la retirada del informe de la CESPAO, es el resultado de la decisión del secretario general Guterres de ceder ante una negación de los hechos: la práctica israelí del apartheid.

Por otra parte, es probable que también se derive de la aceptación, por parte de Guterres, del chantaje financiero de EEUU que amenazó con retirar su ayuda a la ONU. Esto es, evidentemente, una forma de chantaje. Es interesante resaltar que el uso que EEUU hace de su influencia financiera en la ONU es una réplica de la misma práctica del lobby sionista en los pasillos del Congreso estadounidense.

Evidentemente, la ONU, así como los políticos estadounidenses, necesita fuentes de ingresos alternativas. Mi esposa Janet sugirió en una ocasión que se otorgara a la ONU el derecho de explotar y aprovechar recursos submarinos. No es una mala idea. Del mismo modo, los políticos estadounidenses deberían aceptar, o ser obligados a depender de, fondos electorales concedidos por el estado, en lugar de verse obligados a ponerse en venta.

En cualquier caso, tales cambios no parecen inminentes. Tal como están ahora las cosas, la realidad de Palestina es la que EEUU e Israel dicen que es, porque los políticos y los líderes internacionales no pueden permitirse el lujo de desafiar sus corruptos puntos de vista.


Lawrence Davidson es profesor de historia en la Universidad de West Chester.

Fuente: Moral Failure at the UN, CounterPunch, 24/03/2017

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

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