Documentos de la CIA revelan planes de EEUU para destruir Siria



BRANDON TURBEVILLE

A medida que la crisis siria entra en su sexto año, la administración Trump se parece cada día más al gobierno de Obama. Con su negativa a abrir un diálogo fructífero con Rusia sobre Siria, su clara postura antiraní y proisraelí y el apoyo a un muy cuestionable plan para establecer una “zona de seguridad” en Siria, las probabilidades de que Washington adopte una política racional respecto al conflicto sirio son cada vez menores.

No obstante, a pesar de que el gobierno de Trump está aparentemente dispuesto a continuar con la guerra de agresión del gobierno de Obama contra el pueblo de Siria —un ejemplo de transición sin fisuras—, debemos recordar que el plan para destruir Siria no comenzó con Obama, sino con la administración Bush.

Mientras el mundo espera la continuación de la guerra de Siria con una administración demócrata o republicana, la génesis de esa guerra se remonta al gobierno de Bush, lo que demuestra que existe realmente una agenda global y un consenso profundamente oligárquico, que avanzan se encuentren unos u otros en el poder.

Como escribió el periodista Seymour Hersh en su artículo “The Redirection”,

Para socavar a Irán, que es predominantemente chiíta, la administración Bush ha decidido reconfigurar sus prioridades en Oriente Medio. En Líbano, el gobierno ha cooperado con Arabia Saudí, que es suní, en operaciones clandestinas que persiguen debilitar a Hizbolá, una organización chiíta apoyada por Irán. Estados Unidos ha tomado parte, también, en operaciones clandestinas dirigidas contra Irán y su aliado Siria. Un subproducto de estas actividades ha sido el refuerzo de grupos suníes extremistas que sostienen una visión militante del islam y son hostiles a EEUU y simpatizan con Al Qaeda.

Los “grupos extremistas que defienden una visión militante del islam” y que son “hostiles a EEUU y simpatizan con Al Qaeda” son los llamados “rebeldes” que han proliferado en Siria desde 2011. Así mismo, el hecho de que Irán y Hizbolá, que son enemigos naturales de Al Qaeda y estos otros grupos suníes radicales, estén participando en la batalla contra ISIS y otras organizaciones terroristas en Siria es una prueba de la exactitud del artículo en otro nivel.

Escribe Hersh,

La nueva política de EEUU ha sido expuesta en público a grandes líneas. En declaraciones ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado en enero, la secretaria de estado Condoleezza Rice dijo que hay “un nuevo alineamiento estratégico en Oriente Medio” que separa a “reformistas” y “extremistas”. Ella señaló a los estados suníes como centros de moderación y dijo que Irán, Siria y Hizbolá estaban “en el otro lado de la línea divisoria”. (La mayoría suní de Siria está dominada por la secta alauí.) Irán y Siria, añadió, “han hecho su elección y esta es desestabilizar”.

Pero algunas de las tácticas centrales de esta orientación no son públicas. Las operaciones clandestinas han sido mantenidas en secreto, en algunos casos, dejando la ejecución o la financiación a los saudíes, o buscando otras vías que burlen el proceso congresual de asignación de presupuestos, tal y como han dicho miembros actuales y antiguos de la administración.

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Esta vez, me dijo el asesor del gobierno de EEUU, Bandar y otros saudíes han asegurado a la Casa Blanca que “vigilarán de cerca a los fundamentalistas religiosos. Su mensaje fue: ‘Hemos creado este movimiento y podemos controlarlo’. No es que no queramos que los salafistas lancen bombas, sino que las arrojen contra Hizbolá, Moqtada al Sader, Irán y los sirios, si mantienen su alianza con Hizbolá e Irán”.

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En cuarto lugar, el gobierno saudí, con la aprobación de Washington, proporcionará fondos y apoyo logístico para debilitar al gobierno del presidente Bashir Asad de Siria. Los israelíes creen que presionando de esta forma al gobierno de Asad, este se volverá más conciliador y abierto a negociaciones. Siria es un importante conducto de armas para Hizbolá.

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En enero, después de un estallido de violencia callejera en Beirut que implicó a partidarios del gobierno de Siniora y Hizbolá, el príncipe Bandar voló a Teherán para discutir sobre la parálisis política existente en Líbano y para reunirse con Alí Lariyani, el negociador iraní sobre temas nucleares. Según el embajador de Oriente Medio, la misión de Bandar —que, en opinión del embajador, contó con el apoyo de la Casa Blanca— también tenía como objetivo “crear problemas entre los iraníes y Siria”. Hubo tensiones entre los dos países sobre las conversaciones sirias con Israel y el objetivo de los saudíes era profundizar en la herida. Pero, añadió el embajador, “no funcionó. Siria e Irán no se van a traicionar. Es muy poco probable que el enfoque de Bandar tenga éxito”.

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Los Hermanos Musulmanes sirios, que son una rama de un movimiento suní radical fundado en Egipto en 1928, hicieron oposición violenta al régimen de Hafez Asad, el padre de Bashir, durante más de una década. En 1982, los Hermanos Musulmanes se apoderaron de la ciudad de Hama. Asad la bombardeó durante una semana, matando entre 6.000 y 20.000 personas. La militancia en Hermanos Musulmanes está castigada con la muerte en Siria. Pero los Hermanos Musulmanes son, también, un enemigo declarado de EEUU e Israel. Sin embargo, dice Yumblat, “le dijimos a Cheney que el vínculo fundamental entre Irán y Líbano es Siria y que para debilitar a Irán, es necesario abrir la puerta a una oposición siria eficaz”.

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Hay pruebas de que la nueva estrategia de Washington ya ha beneficiado a los Hermanos Musulmanes. El Frente de Salvación Nacional Sirio es una coalición de grupos opositores cuyos principales miembros son una fracción dirigida por Abdul Halim Jadam, exvicepresidente sirio que desertó en 2005, y los Hermanos Musulmanes. Un antiguo miembro de la CIA de alto rango me dijo: “EEUU ha proporcionado apoyo político y financiero. Los saudíes están tomando la delantera con apoyo financiero, pero EEUU está participando”. Me dijo también que Jadam, que ahora vive en París, está consiguiendo dinero de Arabia Saudí con el conocimiento de la Casa Blanca. (En 2005, una delegación del Frente se reunió con miembros del Consejo de Seguridad Nacional, según informó la prensa en su día.) Un antiguo miembro de la Casa Blanca me dijo que los saudíes habían proporcionado pasaportes a miembros del Frente.

Hersh habló con el jeque Hasán Nasralá, líder de la milicia chií libanesa Hizbolá. Y en relación con la estrategia de Occidente contra Siria comentó:

Nasralá dijo que creía que EEUU estaba buscando la partición del Líbano y de Siria. En Siria, añadió, el resultado sería empujar al país “hacia el caos y las luchas internas, como en Irak”. En cuanto al Líbano, “habría un estado suní, un estado alauí, un estado cristiano y un estado druso”. Pero, añadió, “no sé si habría un estado chiíta”. Nasralá me dijo que sospechaba que uno de los objetivos de los bombardeos israelíes en el Líbano el verano pasado era “la destrucción de áreas chiítas y la expulsión de chiíes del Líbano. La idea era que los chiíes del Líbano y Siria huyeran al sur de Irak”, que está dominado por chiíes. “No estoy seguro de ello, pero creo que se trataba de eso”, remachó.

La partición dejaría a Israel rodeado de “pequeños estados tranquilos”, dijo. “Puedo asegurarte de que el reino saudí también sería dividido y que las ondas expansivas llegarían a los estados norteafricanos. Habría pequeños estados étnicos y confesionales”, añadió. “En otras palabras, Israel sería el estado más importante y más fuerte de una región dividida en estados étnicos y confesionales que estarían de acuerdo entre sí [¡sic!]. Esto sería el nuevo Oriente Medio”.

Sin embargo, aunque las conexiones entre los planes para destruir Siria y la administración Bush son generalmente desconocidas, lo que es aún menos conocido es el hecho de que existía un plan para destruir Siria ya en 1983.

Documentos de los Archivos Nacionales de EEUU, elaborados por la CIA, revelan la existencia de un plan para destruir al gobierno sirio que se remonta a varias décadas atrás. Uno de esos documentos, titulado “Bringing Real Muscle To Bear In Syria” y escrito por el oficial de la CIA Graham Fuller, es particularmente ilustrativo. En ese documento, Fuller escribió:

En la actualidad, Siria tiene la llave que abriría los accesos de los intereses estadounidenses al Líbano y al Golfo: con el cierre del oleoducto iraquí y la amenaza de internacionalizar la guerra [entre Irán e Irak]. Estados Unidos debe considerar seriamente aumentar las presiones contra Asad [Sr.] mediante la orquestación secreta de operaciones militares simultáneas contra Siria desde sus fronteras con Irak, Israel y Turquía.

Ya en 1983, el padre del actual presidente sirio, Hafez Asad, fue visto como una mosca cojonera para los planes de los imperialistas occidentales que deseaban debilitar a los iraquíes y los iraníes y expandir su hegemonía por Oriente Medio y Persia. El documento muestra que Asad y, por lo tanto, Siria representaban una resistencia al imperialismo occidental, una amenaza para Israel y que el mismo Asad era consciente del juego que EEUU, Israel y demás miembros de la coalición imperialista occidental estaban tratando de llevar a cabo contra él. El documento sigue diciendo,

Siria sigue teniendo la llave que da acceso a dos intereses claves de EEUU en Oriente Medio:

  • la negativa de Siria de retirar sus tropas del Líbano justifica la ocupación israelí en el sur;

  • el cierre sirio del oleoducto iraquí ha sido un factor clave para poner a Irak a sus pies en materia económica, favoreciendo peligrosamente una internacionalización de la guerra del Golfo.

Por el momento, las iniciativas diplomáticas han tenido poco efecto sobre Asad, que hasta ahora ha calculado correctamente las bazas en juego en el área y ha concluido que quienes se le oponen están débilmente organizados. Si EEUU quiere frenar la capacidad perturbadora de Siria, solo puede hacerlo mediante la exhibición de un gran músculo que suponga una amenaza vital para la posición y el poder de Asad.

El autor presenta luego un plan que suena extrañamente parecido a los que están siendo discutidos públicamente por los think tanks financiados por corporaciones occidentales y, especialmente, norteamericanas, así como por ONGs privadas que elaboran la política estadounidense de forma oficiosa. Fuller escribe:

Estados Unidos debe considerar seriamente intensificar las presiones contra Asad [Sr.] mediante la orquestación secreta de operaciones militares simultáneas contra Siria desde sus fronteras con Irak, Israel y Turquía. Estando cada vez más desesperado por la guerra del Golfo, Irak llevaría a cabo operaciones militares (aéreas) limitadas contra Siria, con el único objetivo de abrir el oleoducto. Aunque abrir un segundo frente de guerra contra Siria representa un riesgo considerable para Irak, Damasco también se enfrentaría a una guerra con dos frentes, puesto que ya está muy ocupado en la Bekaa, en el Golán y en mantener el control de una población hostil y resistente en el interior de Siria.

Israel elevaría simultáneamente las tensiones a lo largo del frente sirio del Líbano sin llegar a la guerra. Turquía, enojada por el apoyo sirio al terrorismo armenio, a los kurdos iraquíes de las áreas fronterizas kurdas con Turquía y a los terroristas kurdos que operan en el norte de Siria, ha considerado a menudo lanzar operaciones militares unilaterales contra campos terroristas en el norte de Siria. Prácticamente todos los estados árabes simpatizarían con Irak.

Enfrentado con tres frentes bélicos, Asad se vería probablemente obligado a abandonar su política de bloqueo del oleoducto. Esta concesión aliviaría la presión económica sobre Irak y, quizá, obligaría a Irán a reconsiderar la conclusión de la guerra. Sería un duro golpe para el prestigio de Siria y podría afectar a la relación de fuerzas en el Líbano.

Así, pues, Fuller cree que Siria no solo se vería forzada a reabrir el oleoducto, sino que esto mismo afectaría a la relación de fuerzas en, y alrededor de, Líbano, debilitando el prestigio de Siria y, presumiblemente, el estado psicológico del presidente y del pueblo sirios, además de enviar un claro mensaje a Irán.

El documento sigue diciendo,

Esta amenaza debería ser en principio de naturaleza militar. En la actualidad, hay tres elementos relativamente hostiles en las fronteras de Siria: Israel, Irak y Turquía. Hay que considerar la posibilidad de orquestar una amenaza militar creíble contra Siria con el fin de provocar, al menos, un cambio moderado de sus políticas.

Este documento propone examinar seriamente la utilización de los tres estados —actuando de forma independiente— para ejercer una amenaza necesaria. El uso de uno solo de estos estados de forma aislada no puede crear una amenaza creíble.

La estrategia propuesta aquí por la CIA es prácticamente la misma que está siendo discutida hoy por think tanks del establishment como la Brookings Institution. Por ejemplo, en el documento de Brookings “Middle East Memo #21: Saving Syria: Assessing Options For Regime Change” se dice:

La participación de Turquía sería vital para tener éxito y Washington tendría que animar a los turcos a desempeñar un papel más útil de lo que ha hecho hasta ahora. Aunque Ankara ha perdido la paciencia con Damasco, ha dado pocos pasos concretos para incrementar la presión sobre Asad (y, por lo tanto, para enfrentarse con Teherán). La política turca hacia la oposición siria ha sido, en realidad, un contrapunto de los esfuerzos estadounidenses para fomentar la creación de una organización nacional amplia y unificada. Con un ojo puesto en sus propios dilemas domésticos kurdos, Ankara ha frustrado los esfuerzos para integrar a los kurdos sirios en un frente opositor más amplio. Además, ha favorecido abiertamente a los Hermanos Musulmanes sirios por encima de los demás grupos de la oposición. Washington debería presionar a Turquía para que sea más comprensiva con las legítimas demandas políticas y culturales kurdas en una Siria post-Asad, y ser menos insistente en favorecer a los Hermanos Musulmanes.

Algunas voces en Washington y Jerusalén están explorando la posibilidad de que Israel contribuya a coaccionar a las elites sirias para que destronen a Asad. Los israelíes tienen los servicios de inteligencia más impresionantes y el ejército más formidable de la región, además de claros intereses en Siria. Además, los servicios de inteligencia israelíes tienen un gran conocimiento de Siria y agentes dentro del régimen sirio que podrían ser utilizados para subvertir la base de poder del régimen y promover el derrocamiento de Asad. Israel podría establecer efectivos en los Altos del Golán o cerca de ellos y, de esa forma, podría detraer fuerzas del régimen [sirio] empleadas en reprimir a la oposición. Esta postura puede alimentar los temores en el régimen de Asad de una guerra con varios frentes, sobre todo si Turquía se anima a hacer lo mismo en su frontera y si la oposición siria es alimentada con una dieta continua de armas y entrenamiento. Esta movilización podría persuadir al mando militar sirio para derrocar a Asad con el fin de salvarse de la bancarrota. Algunos argumentan que esta presión adicional podría inclinar la balanza contra Asad en el interior de Siria si se alinearan correctamente otras fuerzas.

Aunque Siria no está en la actualidad en conflicto con Irak, tras haber sido destruido por EEUU en 2003, Irak Occidental alberga ahora al misteriosamente financiado Estado Islámico en la frontera con aquel país.

Dicho esto, este plan no solo se está discutiendo, sino que está siendo puesto en práctica, como se puede ver por el hecho de que Israel lanza de forma rutinaria ataques aéreos contra el ejército sirio, Turquía sigue permitiendo la entrada de ISIS y otros grupos terroristas a Siria desde su propio territorio, e ISIS sigue presentándose militarmente como frente oriental. En consecuencia, la guerra “de varios frentes” ideada y escrita por la CIA en 1983, y discutida por Brookings en 2012, ha sido puesta en marcha y está ahora en pleno apogeo.

El rastro de la documentación y la manera en que la agenda global de la hegemonía mundial, en favor de los intereses corporativo-financieros, ha seguido a buen ritmo independientemente del partido que se encuentre en la Casa Blanca y sin problemas entre una administración y la siguiente, son una prueba de que los diferentes partidos y personalidades no hacen nada para detener el ataque del imperialismo, la guerra y la destrucción que se están extendiendo por el mundo desde 2001. De hecho, los cambios que se producen son solo pequeños ajustes de un sistema comunista-fascista [!sic!] mucho más amplio que se está consolidando poco a poco.


Brandon Turbeville es licenciado por la universidad de Francis Marion y ha escrito ocho libros, entre ellos The Road to Damascus: The Anglo-American Assault on Syria y Resisting The Empire: The Plan To Destroy Syria And How The Future Of The World Depends On The Outcome.

Fuente: 1983 CIA Document Reveals Plan To Destroy Syria, Foreshadows Current Crisis, Washington’s Blog, 3/03/2017

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

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