La tortura israelí de niños palestinos está ‘institucionalizada’

Los jueces israelíes aceptan rutinariamente las confesiones de palestinos que han sido obtenidas bajo tortura, dice un grupo de derechos humanos

Entre los métodos de tortura utilizados por los israelíes figuran los golpes en la cabeza y obligar a una persona esposada a ponerse en cuclillas frente a una pared durante largos periodos de tiempo. (Foto: Abid Katib / Getty Images)


Ben White

Un reciente artículo publicado por el diario israelí Haaretz ha confirmado hasta qué punto los interrogadores del Shin Bet [servicios secretos israelíes] someten a sus prisioneros a torturas.

Entre estos métodos figuran los golpes en la cabeza “para dañar órganos sensibles como la nariz, los oídos, la frente y los labios”, obligar a una persona esposada a ponerse en cuclillas frente a una pared durante largos periodos de tiempo o colocar al detenido echado hacia atrás en una silla con los brazos y las piernas esposadas.

Los testimonios de los interrogadores se hacen eco de lo que los palestinos y los grupos israelíes de derechos humanos han documentado desde hace mucho tiempo. La ONG de derechos de los presos Addameer ha dicho que estas prácticas “son utilizadas de forma rutinaria y sistemática con los detenidos palestinos”. Otros métodos de tortura incluyen la privación de sueño y las amenazas contra miembros de la familia, ha declarado un portavoz de Addameer a Al Yazira.

Raquel Stroumsa, directora ejecutiva del Comité Público Contra la Tortura en Israel (PCATI), ha dicho que su ONG conoce centenares de denuncias y acusaciones en este sentido.

Además de ser utilizada para obtener informaciones sobre actos futuros, “nuestra experiencia es que la tortura es empleada también para obtener confesiones sobre hechos pasados”, dice Stroumsa.

En su informe anual correspondiente al año pasado, Amnistía Internacional afirma que las fuerzas israelíes y el Shin Bet han “torturado y maltratado a detenidos palestinos, incluyendo niños, sobre todo durante el arresto y los interrogatorios”, empleando métodos como “golpes con bastones, bofetadas, encadenamientos prolongados, posiciones dolorosas, privación de sueño y amenazas”.

Un representante de Defence for Children International - Palestine dijo a Al Yazira que sus investigaciones han mostrado que casi dos terceras partes de los niños palestinos detenidos en la Cisjordania ocupada por fuerzas israelíes habían sufrido violencia física tras su detención.

“Los niños palestinos son sometidos regularmente a técnicas coactivas y violentas de interrogación con la intención de extraer confesiones”, ha dicho Ayed Abú Qtaish, director del programa de rendición de cuentas del grupo. “Los interrogadores emplean posturas dolorosas, amenazas y aislamiento para forzar confesiones de los niños, y los jueces de los tribunales militares israelíes no suelen desestimar estas confesiones”.

Las torturas y los malos tratos están tan extendidos, dicen los activistas de derechos humanos, que las condenas de palestinos por “delitos contra la seguridad” no son en absoluto fiables, sobre todo porque los abusos forman parte de una falta general de garantías y derechos.

Según un estudio, un 91 por ciento de los palestinos detenidos e interrogados por el Shin Bet en la Cisjordania ocupada son recluidos en régimen de incomunicación durante parte del tiempo o la totalidad del mismo que dura su interrogatorio. Stroumsa dice que esta práctica es “un elemento que favorece la tortura”.

De acuerdo con el sistema judicial militar israelí, que tiene una tasa de condenas del 99 por ciento, los palestinos pueden permanecer detenidos 60 días sin acceso a un abogado (en Estados Unidos, por ejemplo, la duración media de los interrogatorios que producen confesiones falsas es de 16 horas).

“Cuando los niños palestinos siguen sufriendo malos tratos sistemáticos y falta de derechos a un proceso judicial justo, es evidente que los tribunales militares [israelíes] no tienen ningún interés en la justicia”, dice Abú Qtaish.

Además de la tortura y de la falta de acceso a la defensa, los palestinos tienen que firmar unas confesiones escritas en hebreo, que normalmente no entienden. Todo esto “crea un ambiente de intimidación que da como resultado confesiones hechas bajo coacción”, señala Addameer.

Un ejemplo reciente es el caso de Mohamed el Halabi, un empleado de World Vision en Gaza que fue acusado por Israel de canalizar dinero hacia HAMAS. Halabi, que está siendo juzgado en un tribunal civil de Bersheba, se ha declarado inocente y ha denunciado que fue torturado por sus interrogadores. Estas denuncias fueron hechas también por sus abogados, a los que se prohibió ver a Halabi durante las tres primeras semanas de su detención.

El mencionado artículo de Haaretz se refiere a un asunto que no suele atraer la atención. En noviembre de 2015, un vídeo de un interrogatorio de un niño palestino de 13 años, Ahmed Manasra, provocó indignación, así como la comparecencia de Israel ante el Comité Contra la Tortura de la ONU, el mes de mayo pasado, donde se habló del uso en los tribunales de “evidencias extraídas bajo coacción”.

Pero muchos otros hechos han pasado desapercibidos. Un estudio académico publicado en noviembre de 2015 en una revista médica profesional reveló la existencia de una gran cantidad de casos de torturas y malos tratos sexuales de presos palestinos detenidos por Israel.

Los activistas de derechos humanos dicen que se necesita urgentemente una campaña internacional sobre las torturas practicadas por Israel, sobre todo por la naturaleza institucionalizada del problema.

A pesar de que una sentencia de la Corte Suprema israelí de 1999 prohibió los “medios físicos” de interrogatorio, los agentes del Shin Bet gozan de absoluta impunidad para practicar la tortura y los malos tratos, invocando “razones de seguridad” y la exención de “bomba de relojería”.[1]

Según los activistas de derechos humanos, esta exención ha servido para dar luz verde a la tortura desde entonces. Desde 2001, se han presentado cientos de denuncias formales contra interrogadores del Shin Bet, pero no se ha abierto ni una sola investigación penal.

“Creo que la presión internacional es esencial y, en algunos aspectos, ha probado su eficacia”, ha dicho Stroumsa.

“Es un deber de la comunidad internacional hablar sobre los abusos, dado el masivo apoyo económico y político que el estado de Israel recibe desde el extranjero”, añadió.

Ben White es periodista independiente, escritor y activista, especializado en Palestina/Israel.

Fuente: Israeli torture of Palestinian children ‘institutional’, Al Yazira, 7/02/2017

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)


  1. Se refiere a la doctrina que justifica la tortura cuando se trata de buscar con ella evitar un ataque terrorista inminente. N. del T.  ↩

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