El fraccionalismo está matando la resistencia palestina

Las fracciones no solo han monopolizado la política palestina, sino que también han sofocado el espíritu juvenil de lucha

Un manifestante palestino arroja una piedra contra las fuerzas israelíes en el curso de unos enfrentamientos habidos tras una protesta contra un asentamiento judío en Cisjordania. (Foto: Reuters / Mohamed Torokman)

MARIAM BARGUTI

En el primer mes de 2017, los gazatíes salieron a las calles para protestar contra los cortes diarios de luz en el territorio. A pesar del carácter de la movilización popular, los líderes políticos aprovecharon la oportunidad para culparse mutuamente y convertir la protesta en una pelea entre HAMAS y Fatah.

Mientras los políticos secuestraban el asunto, los palestinos de Gaza denunciaban la brutal represión de la protesta por parte de las fuerzas de HAMAS, parecida a la que las fuerzas de la Autoridad Palestina acostumbran a emplear contra las manifestaciones en Cisjordania.

Como todo en la política palestina, las protestas también están embarulladas por el fraccionalismo. De hecho, la lucha palestina se ha convertido en un rehén del divisionismo, que ha impedido que los jóvenes palestinos tomen un papel dirigente en ella.

Si bien hay que reconocer que la ocupación israelí de Palestina —así como la de británicos y otomanos en tiempos pretéritos— ha facilitado el surgimiento de grupos políticos como reacción a la opresión, no deberíamos ignorar las consecuencias del fraccionalismo político en la cuestión palestina.

El principal obstáculo para la liberación y la justicia sigue siendo el régimen israelí. Pero las divisiones internas palestinas han actuado como catalizador para el debilitamiento de la resistencia y ha dificultado una verdadera movilización.

Dividir a la juventud

En teoría, los partidos políticos deben ser agentes de la democracia y representantes del pueblo. Pero en la situación colonial actual de Palestina, estos grupos institucionalizados se han convertido en una carga.

Formados inicialmente por jóvenes con el fin de organizar y representar a una población oprimida en la esfera política, los grupos palestinos están dirigidos hoy por líderes envejecidos.

Esto significa que, aunque los jóvenes, que representan una tercera parte de la población palestina, siguen siendo la principal fuerza impulsora de la movilización en la base, su voz no solo está ausente en las tomas de decisiones, sino que además es censurada.

Ya sea el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), el Frente Popular par la Liberación de Palestina (FPLP), Fatah, HAMAS u otros grupos, las fracciones obstaculizan hoy los esfuerzos unitarios y facilitan las estrategias israelíes de divide y vencerás.

Estos grupos han defraudado a la gente que dicen representar y, por el contrario, han caído en la corrupción, los sobornos, la lucha interna por el poder y los intereses personales, todo lo cual ha perjudicado la lucha del pueblo palestino.

Los jóvenes han tratado de rebelarse contra este orden sofocante. En marzo de 2011, cuando las dictaduras del mundo árabe comenzaron a desmoronarse bajo el peso de masivas movilizaciones, los jóvenes palestinos organizaron sus propias manifestaciones para denunciar el fraccionalismo político. Pero los grupos no les escucharon.

Ignorados por sus líderes políticos, la frustración de los jóvenes creció. En 2015, la violencia se intensificó y también los ataques de “lobos solitarios” contra los ocupantes israelíes. Bahaa Alyán, que fue uno de los primeros en llevar a cabo ese tipo de ataques individuales, escribió en Facebook “los diez mandamientos de un mártir”. El primero instaba a los grupos a “no apropiarse de mi martirio, mi muerte es por la nación, no por ustedes”.

La consecuencia más siniestra del fraccionalismo palestino es la proyección de las disputas internas entre la juventud palestina. Los campus universitarios están divididos entre los partidarios de Fatah y los de HAMAS, y los consejos de estudiantes terminan siendo pequeñas versiones de nuestro panorama político: minigrupos que pelean por el minipoder.

En un lugar en el que las oportunidades para los jóvenes son muy limitadas, los grupos se han convertido en una herramienta para aquellos que quieren progresar en la vida, ya sea en busca de empleo o de una posición social.

En la actualidad, si quieres llegar a ser un joven diplomático palestino o conseguir un empleo después de licenciarte, tu afiliación política será el factor determinante. Si no tienes un respaldo político, estás perdido.

Lamentablemente, Israel conoce y utiliza el fraccionalismo en su provecho, asegurándose que permanecemos en nuestras respectivas burbujas. Es significativo que en las cárceles israelíes, los presos políticos palestinos estén divididos en base a su afiliación partidista y son separados para asegurarse de que la camaradería en la prisión no trasciende las divisorias políticas.

Hegemonía social e influencia colonial

Para comprender el fraccionalismo palestino hay que examinar el periodo colonial, que es el origen de todo ello.

Antes del Mandato Británico, las tomas de decisiones palestinas estaban en gran parte en manos de los terratenientes ricos. Fue la herencia social del feudalismo de la era otomana.

Sin embargo, fueron los británicos quienes adoptaron el elitismo existente y lo aprovecharon para centralizar la administración y colocar el poder en las manos de un determinado grupo elitista. De esta forma, promovieron a la elite urbana palestina y alentaron las tensiones dentro de ella, al igual que hoy Israel alimenta la división entre Fatah y HAMAS.

Los esfuerzos británicos de ‘divide y vencerás’ dieron lugar a dos campos: los “consejeros”, que eran partidarios del gran muftí Hach Amín Huseini, y la “oposición”, que fue liderada por Ragueb Bek Nashashibi, un rico terrateniente. Ambos fueron apoyados y mantenidos esencialmente por los británicos, que explotaron las divisiones existentes ya entonces entre las familias de esos dos prominentes hombres.

Así, el colonialismo utilizó el tejido de las viejas jerarquías sociales, caracterizado por los clanes y el feudalismo, mientras que el capitalismo añadió una nueva capa que quería competir por los recursos y el enriquecimiento. Todo esto creó un terreno fértil en el que creció el fraccionalismo palestino.

Hacia adelante

En esencia, las fracciones son otro molde de una aplicación elitista y colonial del liderazgo. No son movimientos populares propiamente dichos, sino instituciones corruptas y defectuosas.

Las fracciones siguen viviendo de viejos laureles. Fatah todavía se jacta de su historia de grandes combatientes y lucha armada; el FPLP aún recuerda sus famosas operaciones de los años 70 y 80, y HAMAS sigue promoviéndose como la alternativa legítima a la corrupción de la Autoridad Palestina y a la colaboración con Israel.

Este discurso ilustra las limitaciones de las fracciones en el contexto palestino y el hecho de que no tienen nada que ofrecer hoy a los jóvenes palestinos.

Como gente que lucha contra el colonialismo de los asentamientos, no podemos seguir permitiendo que el fraccionalismo domine nuestras vidas políticas. Nuestras energías se agotan sin un resultado tangible y es hora de mirar hacia adentro y afuera, a la forma en que la comunidad internacional e Israel han capitalizado todo esto.

Hay que afrontar el monopolio de las fracciones sobre la cuestión palestina. Hay que abrir espacios políticos para que los esfuerzos de base hagan avanzar la cuestión palestina. Esto solo puede hacerse mediante una cooperación seria con los jóvenes que siguen llevando el peso de la lucha sobre sus hombros.


Mariam Barguti es una escritora palestina-estadounidense que vive en Ramala. Ha trabajado para The New York Times, International Business Times y TRT-World, entre otros medios.

Fuente: How factionalism is killing the Palestinian struggle, Al Yazira, 19/02/2017

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

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