Mutualizar los medios de comunicación

Dave Boyle

Publicado originalmente en: Mutualising the media: the answer to UK press ownership?, openDemocracy, 28/11/2011




Quién es dueño de las noticias ha sido siempre un tema de más actualidad que la forma de esa propiedad, pero parece que hay un reconocimiento cada vez mayor de que tiene que estar sobre la mesa cuando los diferentes aspectos de la investigación post-hackgate empiecen en serio.

He escrito antes acerca de por qué las noticias deben ser producidas de forma cooperativa y por qué sería más ético, más sensible y más responsable abrir nuevas fuentes de capital en medio de la crisis y la transformación de la economía informativa. Pero, ¿cómo podría funcionar realmente y qué aspecto tendría un medio de comunicación cooperativo?

La primera cuestión es quién puede realmente unirse y dirigir una publicación. Esto incluye la contratación de empleados, la elección de directores y la creación de un lugar de trabajo basado en la producción de información más que en economizar esfuerzos y obtener beneficios. Podría tratarse de una propiedad de los empleados, compartiendo los beneficios pero con salarios diferentes —como en el mundo empresarial—, o una cooperativa de trabajadores, pagados en función de las contribuciones de cada uno a la empresa (algo mucho más fácil de medir que antes). O tal vez los lectores podrían ser los propietarios de la publicación, como los aficionados del FC Barcelona, que consiguen una suscripción con su dinero y un voto en la junta. Pero estas primeras decisiones plantean más cuestiones. ¿Dirigirían los lectores la publicación y obtendrían dividendos, como en las tradicionales cooperativas de venta al por menor, o como una sociedad orientada hacia un mayor bien para la comunidad?

Tal vez el mejor enfoque es el que reconozca que ni los escritores ni los lectores deben controlar exclusivamente un medio de comunicación. La combinación de los dos vería garantizada la representación de los lectores y los escritores en el consejo de administración y en la propiedad. Con ambos sectores representados, podría esperarse que gestionaran mejor la distinción, cada vez más borrosa, entre escritor profesional y lector aficionado que todas las profesiones están negociando en la era digital.

Sin embargo, en todos estos escenarios, un asunto crucial será quién decide qué se escribe y qué no se escribe. ¿Quién modela, controla y define lo que se considera noticia y lo que no? ¿Qué prácticas son aceptables en la búsqueda de los valores de las noticias y de las historias? Los principios fundamentales deberían estar incorporados en los acuerdos constitucionales, de forma que quienquiera que tome estas decisiones está obligado a actuar éticamente (utilizando el código de buenas prácticas de NUJ, por ejemplo). La independencia editorial estaría incorporada en la gobernanza, pero también el derecho del consejo a mantener que el editor rinda cuentas del cumplimiento general de la ética y la misión de la publicación (de la misma forma que Scott Trust se relaciona con el editor de The Guardian).

Una opción más radical consiste en que el "editor" sea algo totalmente diferente. Siguiendo las ideas de Dan Hind sobre la audiencia que se convierte en responsable o editor de sección, las decisiones sobre qué se escribe podrían ser transferidas a la audiencia, mientras que el equipo editor gestionaría la búsqueda de esa información. La tecnología hace que esto sea posible como nunca antes. Tenemos una analogía con el fútbol. MyFootballClub tuvo la idea de reemplazar al director de un equipo con la "sabiduría de las masas", donde el voto de la gente decidía el equipo y la táctica. Es una idea interesante, que nunca se puso realmente en práctica (existen serias dudas de que pudiera funcionar). Sin embargo, en el contexto de un medio de comunicación, es fácil ver cómo internet puede ofrecer la posibilidad de que los lectores se conviertan en responsables de sección y, así, cambiar la naturaleza del trabajo del editor. Por medio de estructuras cooperativas, ese proceso puede ser gestionado equitativamente y dentro de un marco de trabajo en el que los roles del escritor y del lector sean igualmente respetados.

Más allá de esto, es crucial para cualquier empresa cooperativa la existencia de una comunidad que comparta lo suficiente como para ver que un medio de comunicación cooperativo puede ser una solución a su problema. Esto pone de relieve un punto crítico: la cooperación, como los modelos de caridad, no es una panacea para la falta de lectores ni un medio para resolver los problemas del cambio tecnológico (pero puede ayudar a afrontarlos). Es importante destacar que, a diferencia de los modelos que dependen en algún grado de subsidios indirectos para sustituir a las subvenciones perdidas de la publicidad impresa (del estado, las fundaciones de beneficencia, los filántropos, etc.), las cooperativas podrían hundirse o nadar si hay lectores suficientes que pagan el dinero suficiente para sostenerlas. En ese sentido, es la solución más "honesta" que existe en el horizonte.

En términos prácticos, es más fácil ver a los medios cooperativos en un nivel local que a nivel nacional por dos razones: la escala es lo bastante pequeña para que el capital necesario sea asequible, y por otro lado, la comunidad que se beneficiará ya existe y se reconoce a sí misma.

El siguiente paso sería determinar si el mejor camino es empezar algo nuevo o transformar algo que ya existe. Las dos opciones tienen pros y contras. Empezar algo nuevo significa que puedes ser digitalmente nativo, en lugar de intentar adaptar culturas y prácticas de una era en rápido retroceso. Dicho esto, los títulos existentes son muy pegadizos, con marcas fuertes y la capacidad de ofrecer descuentos y utilizar el mayor músculo financiero de un grupo para hacer la vida muy difícil a un recién llegado.

Cualquier camino es posible. Con un 75 por ciento del país cubierto por un título propiedad de uno de los cuatro grandes grupos, todos los cuales están comprometidos con diferentes grados de producción centralizada, cada vez se abren más brechas, bien porque los títulos cierran o porque las poblaciones están cada vez peor servidas por periódicos que erosionan la confianza que los lectores tuvieron una vez en ellos, por ejemplo debido al churnalism [forma de periodismo en el que comunicados de prensa, noticias de agencias y demás formas de información empaquetada son utilizados, sin investigación adicional, para escribir artículos en periódicos y otros medios de comunicación, con el fin de hacer frente a las crecientes de presiones de costes y tiempo, N. del T.]. El 25 por ciento restante tiene muchos títulos bien establecidos, en los que la propiedad familiar tradicional o de grupo estará a disposición de las nuevas generaciones de propietarios, que entrarán en el negocio sin la devoción de sus predecesores. En otras palabras, la situación actual no se mantendrá.

Clay Shirky ha escrito que lo que define a una revolución es que "lo viejo se rompe antes de que lo nuevo pueda reemplazarlo". Y añadió que "la importancia de cualquier experimento dado no es evidente en el momento en que aparece; los grandes cambios se atascan, los cambios pequeños se extienden". Eso es interesante, porque la cooperación comienza siendo pequeña y luego se extiende. Si ocupa un lugar como algo nuevo en el panorama de los medios no será debido a la envergadura de fuerzas económicas impersonales, sino a nosotros, siempre y cuando decidamos explorar esa vía.


Dave Boyle trabaja en Co-operativesUK en el campo de la comunicación cooperativa y fue director ejecutivo de Supporters Direct, una organización que promueve los valores cooperativos en el deporte.

Traducción: Javier Villate

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