Los indignados marroquíes y las elecciones

Zahir Rahman

Publicado originalmente en: The February 20th Movement changes Morocco, the monarchy does not, Foreign Policy, 13/12/2011



Las recientes elecciones parlamentarias de Marruecos han marcado el final del plan de reformas del rey Mohamed VI, una respuesta a las protestas inspiradas por las revueltas de Túnez y Egipto. Las reformas, que empezaron en marzo, incluían una reforma de la constitución, un referéndum nacional sobre esa reforma y nuevas elecciones parlamentarias a finales de noviembre.

Los vencedores de las elecciones han sido el Partido Justicia y Desarrollo (PJD), islamista moderado, y su líder y recién nombrado primer ministro, Abdelilá Benkirane. La mayoría de los marroquíes y de los críticos saben que el PJD y Benkirane no tienen garras, son realmente incapaces de enfrentarse a la monarquía o abordar el corrupto sistema político marroquí, pues su existencia depende de la aprobación del rey Mohamed VI.

En realidad, cada paso dado en las reformas del rey estuvo envuelto en un mar de dudas. La falsedad y la hipocresía de un comité constitucional repleto de personas de confianza de la monarquía y un referéndum que pasó con resultados más propios de Sadam Husein, mostraron que las reformas reales eran insignificantes, en el peor de los casos, y de corto alcance, en el mejor, simples vendajes políticos disfrazados de soluciones a largo plazo a unos problemas tan profundamente arraigados como el desempleo, la pobreza, el analfabetismo y la injusticia.

Las series de reformas del rey fueron presentadas como la excepción marroquí, una excepción que, en Marruecos, a diferencia de Libia, Túnez y Egipto, evitó el levantamiento político. Pero Marruecos no es una excepción y ha emergido un activismo político similar al del resto de los países de la región. La creación del Movimiento 20 de Febrero, un grupo de protesta popular y de ámbito nacional, ha sido el cambio político más importante que ha ocurrido en Marruecos en estos años.

El Movimiento 20 de Febrero, fundado por jóvenes activistas a comienzos de enero, tras la caída del presidente Ben Ali en Túnez, ha reunido a marroquíes de todas las tendencias políticas que quieren presionar al gobierno y la monarquía para que que luchen contra la corrupción y por la democracia. Organizado deliberadamente como un movimiento "sin líderes" para promover la inclusión e impedir ser cooptado, el Movimiento 20 de Febrero está compuesto de laicistas, ateos, socialistas, conservadores e islamistas. Juntos, los miembros del grupo han llevado a cabo protestas a gran escala por todo el país. Más importante aún, el movimiento ha reunido a tres sectores previamente desconectados entre sí, a saber, la juventud, las mujeres y las clases populares.

Históricamente, la juventud marroquí ha permanecido apática y desilusionada con la política, debido a la falta de representación y al hecho de que son los sobornos y las influencias, no el pueblo, los que dictan las acciones del gobierno. A pesar de la reforma de 2002, que bajó la edad para poder votar de los 21 a los 18 años, los jóvenes marroquíes, sobre todo aquellos que tienen entre 17 y 25 años, no se han implicado activamente en la política hasta el surgimiento del Movimiento 20 de Febrero.

En cambio, el Movimiento 20 de Febrero fue fundado e impulsado por jóvenes de esa franja de edad, dando origen a una nueva fuerza en la política marroquí. Lo que ha emergido ha sido una nueva cultura de activismo político en la que los jóvenes no son solo parte de la escena política, sino los actores principales. Si se mantiene, este cambio desde la apatía política al activismo juvenil exigirá que el gobierno y la monarquía presten atención a los problemas con que se enfrentan los jóvenes, sobre todo el desempleo y el deficiente sistema educativo, entre otros.

Además de un aumento del activismo juvenil en general, la participación y la prominencia de las mujeres jóvenes en el Movimiento 20 de Febrero ha significado un importante cambio en la dinámica de géneros en la sociedad marroquí. Desde la independencia nacional en 1956, las mujeres han participado en el activismo político por medio de organizaciones locales centradas específicamente en temas que afectaban a las mujeres. En 2004, varias asociaciones de mujeres presionaron con éxito en favor de la Mudawana, un conjunto de disposiciones legales sobre la familia que proporcionaban a las mujeres derechos en el matrimonio, el divorcio y la herencia.

Sin embargo, en el desarrollo del Movimiento 20 de Febrero, las mujeres jóvenes no solo participaron con el objetivo de defender los derechos de las mujeres, sino también los derechos y libertades de todos los marroquíes. Cuatro de los 14 activistas del movimiento que anunciaron en un vídeo de YouTube su creación eran mujeres jóvenes, que no pidieron la igualdad de género, sino una democracia representativa. Desde febrero, estas activistas jóvenes han seguido siendo la cara del movimiento, desafiando a fondo las barreras de género que han dominado la sociedad y la política marroquíes durante décadas.

Quizás el cambio más significativo provocado por el Movimiento 20 de Febrero ha sido el desplazamiento desde un liderazgo procedente de las clases medias a un movimiento popular que ha sido más incluyente y representativo de las clases populares de Marruecos. Los fundadores del Movimiento 20 de Febrero son, en su mayor parte, recientes licenciados o estudiantes de la Universidad Mohamed V de Rabat, y proceden de familias de clases medias. Sin embargo, el movimiento ha ganado fuerza en las áreas más pobres, expresando así un cambio en la composición social del movimiento. Inicialmente, Rabat fue el núcleo y baluarte del movimiento. A partir de febrero, Rabat fue el escenario de las protestas más grandes del país, y la mayor parte de los portavoces del movimiento eran rabatíes.

Sin embargo, durante los últimos meses, las ciudades de Tánger y Casablanca —áreas con barrios empobrecidos densamente poblados— han conocido las mayores protestas del movimiento. Evidentemente, además de un desplazamiento geográfico de la disidencia, el movimiento se está propagando desde los jóvenes estudiantes de clase media a un movimiento popular apoyado e impulsado no por elites, sino por sectores más amplios de la población. Mirando hacia adelante, si este cambio demográfico continúa, el Movimiento 20 de Febrero conseguirá romper las barreras de clase y extenderse por áreas donde no ha tenido presencia antes.

Aunque algunos observadores han considerado que las elecciones de noviembre son un punto de referencia para evaluar el futuro político de Marruecos, el verdadero cambio se encuentra en el Movimiento 20 de Febrero. En realidad, la excepción marroquí ha seguido su curso, y aunque el rey Mohamed VI ha conseguido frenar, en alguna medida, el movimiento popular en su país, su débil proceso de reformas ha enseñado a los jóvenes rebeldes que él nunca fue sincero en sus declaraciones de apertura democrática.

El rey ha tenido su oportunidad. El próximo movimiento le corresponde al Movimiento 20 de Febrero. Si continúa creciendo y es capaz de reunir el apoyo del país, el rey Mohamed VI se verá obligado a entregar una parte importante del poder a instituciones independientes, no corruptas y electas o a enfrentar un destino similar al de Ben Ali y Hosni Mubarak. De cualquier forma, este proceso no ocurrirá de la noche a la mañana, pero el Movimiento 20 de Febrero está preparado y sabe, desde su creación, que los cambios en Marruecos se producirán lentamente.

En los próximos meses, el mayor desafío para el Movimiento 20 de Febrero será mantener el crecimiento y el desarrollo que ha tenido lugar durante este año. Aunque la monarquía haya evitado una represión a gran escala contra el movimiento, los últimos diez meses han estado plagados de detenciones injustas y palizas excesivas de civiles, hechos que indican que, si es necesario, el rey no tendrá reparos en utilizar la fuerza. Además del miedo a la violencia, los organizadores del movimiento deben pelear con la complacencia de los marroquíes que están satisfechos con los resultados de las recientes elecciones y que temen cambios políticos radicales en Marruecos. No obstante, a pesar de estos desafíos, en las palabras de una joven activista del movimiento, Zineb Belmkaden, "las protestas están aquí y seguirán aquí, hasta que tengamos democracia". Obviamente, el cambio en Marruecos no ha llegado y no llegará de las manos del rey Mohamed VI, el PJD o las urnas. Llegará de la calle.




Zahir Rahman ha completado recientemente una beca de investigación Fulbright en Marruecos, donde ha investigado sobre la juventud y el activismo en internet. Puedes seguirle en Twitter @thezroc.

Traducción: Javier Villate

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