Se van de Irak, pero no del Golfo Pérsico

Bill Van Auken

Publicado originalmente en: US plans buildup in Persian Gulf to offset Iraq withdrawal, World Socialist Web Site, 31/10/2011




La administración Obama y el Pentágono han planeado una importante escalada militar en el Golfo Pérsico para compensar la retirada de Irak y prepararse para nuevas guerras en la región.

Miembros de la administración, diplomáticos y jefes militares citados por el New York Times en un artículo publicado el domingo, indicaban que el nuevo despliegue podía incluir el estacionamiento de brigadas de combate en Kuwait, a lo largo de la frontera con Irak y a una distancia extremadamente corta de Irán, así como "el envío de más barcos de guerra a la región".

La existencia de estos planes ha salido a la luz tras el anuncio realizado por el presidente Barack Obama, el 21 de octubre, de que todas las tropas de EEUU que ocupan Irak se retirarán del país antes de fin de año.

Aunque la administración Obama y sus apologistas han presentado esta retirada como el cumplimiento de la promesa electoral de presidente demócrata sobre el final de la guerra de Irak, e incluso como un avance hacia la paz en la región, no es nada de eso.

De hecho, el plazo de diciembre de 2011 como fecha para la retirada total fue establecido por la administración Bush en un acuerdo negociado con el régimen de Bagdad en 2008. Tanto la administración Bush como la de Obama buscaron, junto a sus clientes de Bagdad, negociar un nuevo acuerdo que habría permitido mantener a 20.000 efectivos norteamericanos en el país, eso sí denominándolos "entrenadores" y "asesores".

Estas negociaciones fracasaron debido a que el parlamento iraquí no aprobó la inmunidad legal de las tropas de EEUU, tal y como pedía el Pentágono. Dado el profundo malestar del pueblo iraquí por los horribles crímenes de guerra cometidos por las fuerzas norteamericanas y la pérdida de más de un millón de vidas desde la invasión de 2003, ningún partido iraquí importante estuvo dispuesto a dar su apoyo a la impunidad demandada para los militares estadounidenses.

Las negociaciones entre Washington y el gobierno iraquí continúan, entre bambalinas, con el fin de mantener el apoyo de EEUU a las fuerzas de seguridad iraquíes.

El consejero de Seguridad Nacional Tom Donilon se reunió el sábado en Washington con su colega iraquí, Falah al-Fayad, para discutir cómo podía mantenerse la colaboración después de la retirada. Según una declaración de la Casa Blanca, los dos representantes "reafirmaron la visión común de una amplia y profunda colaboración estratégica entre EEUU e Irak, tal como está recogido en el Acuerdo Marco Estratégico".

El portavoz de la Casa Blanca añadió que los dos dignatarios "se comprometieron a desarrollar mecanismos adicionales para establecer un diálogo estratégico permanente entre EEUU e Irak".

Washington no va a abandonar, de ninguna manera, su deseo de dominar Irak. Planea dejar allí una fuerza de unos 5.500 agentes privados de seguridad como ejército mercenario bajo el control del Departamento de Estado, junto a unos 16.000 empleados civiles del gobierno de EEUU en la embajada norteamericana más grande del planeta.

Un informe del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Irak (SIGIR) cita al jefe de estado mayor del ejército iraquí, el teniente general Babaker Zebari, quien dijo que las fuerzas de seguridad iraquíes no tendrán capacidad para defender las fronteras y el espacio aéreo del país hasta 2020 o 2024, "sin la ayuda de socios internacionales". Evidentemente, la implicación es que EEUU seguirá siendo una fuerza militar dominante en Irak, sobre todo en aviación, después de la fecha de la retirada.

De todas formas, los planes de emergencia revelados por el Times el domingo señalan que Washington está preparándose para una guerra más amplia en la región, tras la retirada de las tropas de Irak.

Los nuevos objetivos del ejército de EEUU son Siria e Irán. La declaración realizada por el presidente Obama tras el espantoso asesinato de Muamar Gadafi el 20 de octubre, incluía una velada amenaza de que Siria se encontraba en el punto de mira de EEUU y la OTAN, con vistas a un cambio de régimen similar al acaecido en Libia.

La seriedad con la que el régimen sirio ha tomado estas amenazas quedó reflejada en una entrevista con Bashar Asad publicada el domingo por el British Telegraph. En ella, el presidente sirio advertía que una intervención occidental en Siria provocaría un "terremoto" que sacudiría a toda la región y amenazaría con la erupción de "decenas de Afganistanes".

Naciones Unidas ha estimado que unos 3.000 sirios han muerto en los disturbios que han arrasado gran parte del país desde marzo pasado. El gobierno sirio ha dicho que 1.100 soldados y policías han muerto en los enfrentamientos con grupos armados antigubernamentales.

La agresión a Siria sería el preludio de una guerra aún mayor contra Irán, que Washington ve como uno de sus principales rivales en su afán de lograr la hegemonía en las dos regiones estratégicas, ricas en recursos energéticos, del Golfo Pérsico y Asia Central. Tras haber fracasado en dos guerras inmensamente sangrientas y costosas en la década pasada (en Afganistán e Irak) con el fin de asegurar su dominio en estas regiones, el imperialismo norteamericano no ha renunciado en absoluto a sus objetivos depredadores. El fracaso de estas dos guerras solo crea un impulso más poderoso para una tercera, ahora contra Irán.

Washington está siguiendo una estrategia de provocaciones crecientes contra el régimen iraní, cuya expresión más reciente ha sido el extremadamente improbable "complot terrorista" que, supuestamente, fue organizado por Teherán con la participación de una banda de narcotraficantes mexicanos que debía asesinar al embajador saudí en EEUU. Al mismo tiempo, diplomáticos estadounidenses están realizando una gira por Europa con el fin de lograr apoyos para la imposición de sanciones contra el banco central iraní, un embargo económico indiscriminado que supondría casi un acto de guerra.

"Con un ojo puesto en el beligerante Irán, la administración está intentando, , expandir sus vínculos militares con los seis estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG): Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Omán", dice el Times. Y añade que la Casa Blanca y el Pentágono están "tratando de promover una nueva 'arquitectura de seguridad' en el Golfo Pérsico, que integraría patrullas aéreas y navales y una defensa anti-misiles".

En otras palabras, Washington está intentando improvisar una alianza militar contra Irán, basada en la colaboración de EEUU con los regímenes monárquicos más reaccionarios de la región. Este pacto militar estaría dirigido a suprimir cualquier nuevo levantamiento de los pueblos árabes, tal y como los emiratos del CCG han hecho con la población de Bahréin, y a ofrecer una base para el ataque militar de EEUU contra Irán.

Según la información del Times, estos preparativos ya están muy avanzados, "esperándose en los próximos días" los resultados de las negociaciones sobre el tamaño de las fuerzas de combate de EEUU que serán desplegadas en Kuwait.

Sin duda, Washington tiene gran interés en la estabilidad de sus aliados en el Golfo. Arabia Saudí, que es el eje de la estrategia contrarrevolucionaria de EEUU en la región, se ha visto sacudida por las protestas en su provincia oriental, productora de petróleo y de población predominantemente chií. Al Yazira publicó recientemente un reportaje sobre el reino saudí, en el que se decía que "la línea octogenaria de los sucesores [de la corrupta monarquía] recuerda a los últimos años de la Unión Soviética, cuando un líder achacoso tras otro se sucedían en el poder por un breve periodo de parálisis gubernamental".

Las consideraciones de política doméstica en EEUU también están contribuyendo al ánimo belicista. Obama está siendo criticado por los republicanos por su anuncio sobre la retirada de Irak, y varios senadores republicanos han pedido audiencias sobre sus consecuencias. Amenazar con una acción militar contra Irán es visto, sin duda, dentro de la dirigencia derechista del Partido Demócrata, como una forma eficiente de contrarrestar esas críticas.

Sin embargo, más decisivo aún es la preocupación por el creciente malestar social dentro de EEUU, que ha encontrado su primera expresión en las protestas de Ocupemos Wall Street, que se han extendido por todo el país. La elite dominante norteamericana ve una nueva aventura militar como un medio para desviar la escalada de conflictos dentro de la sociedad estadounidense.

Traducción: Javier Villate

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