El difícil camino hacia Damasco
Pepe Escobar
Publicado originalmente en: That rocky road to Damascus, Asia Times.
La pregunta del billón de dólares en el "invierno árabe" es quién parpadeará primero en el guión de Occidente sobre el viaje a Teherán vía Damasco.
Cuando examinan el ajedrez regional y el formidable abanico de fuerzas alineadas contra ellos, el líder supremo ayatolá Alí Jamenei y la dictadura militar de los mulás de Teherán deben hacer frente, simultáneamente, a la superpotencia de EEUU, las amenazas de un ataque militar de los miembros de la OTAN, el arsenal nuclear de Israel, todas las monarquías absolutas árabes suníes e incluso la laica Turquía, de mayoría suní.
Mientras tanto, de su lado la república islámica solo puede contar con Moscú. No es algo tan malo como puede parecer.
Siria es un aliado indiscutible y clave de Irán en el mundo árabe, mientras que Rusia y China son aliados geopolíticos fundamentales. Por el momento, China ha dejado claro que cualquier solución para la crisis siria ha de ser negociada.
La única base naval de Rusia en el Mediterráneo está en el puerto sirio de Tartus. No es casual que Rusia haya instalado su sistema de defensa aérea S-300 —uno de los mejores sistemas de misiles tierra-aire del mundo, comparable al Patriot norteamericano— en Tartus. La actualización al todavía más sofisticado sistema S-400 es inminente.
Desde el punto de vista de Moscú, y de Teherán, el cambio de régimen en Damasco es algo indeseable. Significaría la expulsión virtual de las armadas rusa e iraní del Mediterráneo.
No obstante, ya están en marcha movimientos laterales de Occidente. Diplomáticos de Bruselas confirmaron a Asia Times Online que los "rebeldes" libios —que ahora están intentando presentar un gobierno creíble— ya han dado el visto bueno para que la OTAN construya una gran base militar en la región de Cirenaica.
La OTAN no tiene la última palabra en estos asuntos. Esto es decidido por el mandamás, el Pentágono, interesado en promover Africom en coordinación con la OTAN. Se espera que se desplieguen sobre suelo libio unos 20.000 efectivos, siendo al menos 12.000 de ellos europeos. Serán responsables de la "seguridad interna" de Libia, pero también alertas ante posibles campañas militares contra Siria e Irán.
Nada más y nada menos que la última "coalición de voluntades" —que, por cierto, repite el modelo libio— está en contra del régimen de Bachar Asad en Siria, y también representa una guerra cristiano-suní contra los chiíes, sean estos la minoría alauita de Siria o las mayorías chiíes de Irán, Irak y Líbano.
Esto es parte integrante de la "oportunidad estratégica" identificada por el poderoso lobby judío de Washington: si atacamos el vínculo Damasco-Teherán, daremos un golpe mortal a Hezbolá en el Líbano. Eso, creen los ideólogos, puede venderse ahora a la opinión pública bajo la cobertura de la "primavera árabe", ahora "invierno árabe" tras sufrir una metamorfosis en contrarrevolución árabe.
Tal como lo ve Teherán, lo que realmente está pasando en relación con Siria es una cobertura "humanitaria" de una compleja operación anti-chií y anti-iraní.
La hoja de ruta está clara. Un polémico y nada representativo Consejo Nacional Sirio, creado a imagen y semejanza del Consejo Nacional de Transición libio, ya está en funcionamiento. También lo está una "insurgencia" suní fuertemente armada a ambos lados de las fronteras turca y libanesa. Las sanciones ya están causando perjuicios a la clase media siria. Se ha puesto en marcha una implacable campaña internacional de desprestigio del régimen de Asad. Y las operaciones psicológicas abundan, con el objetivo de seducir a sectores del ejército sirio para que deserten (no está funcionando).
Un informe elaborado por un investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), que reside en Catar, insinúa que el autodenominado Ejército Sirio Libre es, básicamente, un puñado de islamistas extremistas a los que se han unido unos pocos desertores del ejército, mayoritariamente radicales de la Hermandad Musulmana comprados, pagados y armados por EEUU, Israel, las monarquías del Golfo y Turquía. No hay nada democrático en ellos, como intentan convencernos los medios occidentales y saudíes.
En cuanto al Consejo Nacional, con sede en Washington y Londres, y salpicado con los poco fiables exiliados de rigor, su programa pide un gobierno con participación del mismo ejército que ha estado disparando contra los manifestantes civiles, siguiendo el modelo egipcio. Esto hace pensar que la única solución sería que el pueblo sirio derrocara el régimen policial de Asad, al tiempo que se opusiera al oscuro Consejo Nacional Sirio.
Luego tenemos al normalmente despistado y mal informado Occidente, que cree que la Liga Árabe —que ahora no es más que un títere de la política exterior de EEUU— está al lado de las aspiraciones democráticas del pueblo sirio. Un vehemente blogger árabe, Asad Abu Jalil, tiene razón cuando dice que, después de la caída de Hosni Mubarak en Egipto, "la Liga se ha convertido en una extensión del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)".
El CCG es, de hecho, el club de la contrarrevolución en el Golfo. Su deporte favorito es privilegiar a los dictadores "modelo", empezando por ellos mismos, pero incluyendo también a Ali Abdulá Saleh en Yemen y a los reyes de Jordania y Marruecos, que serán anexionados al CCG, ya que desean que formen parte del Golfo Pérsico (la geografía dice que no lo son). Por otro lado, el CCG odia a los "malos" dictadores, es decir, a Muamar Gadafi y Asad, que, no por casualidad, han gobernado repúblicas laicas.
La dinastía Saud, Jordania y la emergente Catar están muy cómodas apostando por EEUU e Israel. Los saudíes —los mandamases del CCG— invadieron Bahréin con 1.500 soldados para aplastar las protestas que pedían democracia, muy similares a las de Egipto y Siria. La dinastía Saud ayudó a la gobernante dinastía suní Al Jalifa de Bahréin, un país con un 70 por ciento de chiíes, a torturar a los demócratas. Los bahreiníes han confirmado que todos los que fueron torturados eran obligados a confesar sus vínculos directos con el "malvado" Irán.
En Egipto, la dinastía Saud apoyó a Mubarak incluso después de ser depuesto. Ahora apoya —con más de 4.000 millones de dólares hasta el momento— a una junta militar que básicamente solo quiere mantenerse en el poder, eso sí, con una fachada "democrática".
Probablemente, la dinastía Saud no podría coexistir con un Egipto democrático. Quien crea que la dinastía Saud defiende los derechos humanos y la democracia en Oriente Medio debería examinarse la cabeza.
La Liga Árabe —también una extensión de la Casa Saud— dio luz verde para que la OTAN bombardeara un país miembro. Suspendió a Siria el pasado 12 de noviembre —como había hecho con Libia el 22 de febrero— porque, a diferencia del caso de Libia, los designios de EEUU y Europa fueron vetados en el Consejo de Seguridad de la ONU por Rusia y China.
Bienvenido a la "nueva" Liga Árabe, donde si no te inclinas ante el altar del CCG, eres condenado a sufrir un cambio de régimen.
Rendir culto al CCG no es comparable a rendir culto al Pentágono y la OTAN. Jordania y Marruecos son miembros del diálogo mediterráneo de la OTAN, y Catar y Emiratos Árabes Unidos (EAU) son miembros de la Iniciativa de Cooperación de Estambul de la OTAN. Además, Jordania y EAU son los únicos países árabes que han contribuido con tropas a la guerra de la OTAN en Afganistán.
Ivo Daalder, embajador de la administración Obama en la OTAN, ya ha ordenado a Libia que entre en el Diálogo Mediterráneo, junto a Marruecos, Jordania, Egipto, Túnez, Argelia, Mauritania e Israel. Y a comienzos de este mes dijo en el Consejo Atlántico qué era necesario para atacar a Siria: una "necesidad urgente" (por ejemplo, dar la impresión de que Asad va a arrasar Homs), "apoyo regional" (que llegará rápidamente del CCG y/o la Liga Árabe), y un mandato de la ONU (eso no sucederá, como ya lo han dejado claro Rusia y China).
Por tanto, cabe esperar exactamente eso de la "coalición de voluntades": algunas oscuras operaciones de las que se culpará al régimen de Asad, el apoyo inmediato del CCG y/o la Liga Árabe y, probablemente, una acción unilateral, ya que la vía de la ONU parece estar cerrada.
No es de extrañar que algunas mentes sanas en Damasco, viendo las hojas del té, decidiera tomar medidas. Damasco envió mensajes secretos para sondear el humor de Washington. El precio de quedarse solo, de cortar todos los lazos con Teherán, para bien. El régimen de Asad se quedó preguntándose qué obtendría a cambio.
Los alauitas, aproximadamente el 12 por ciento de la población y miembros de la elite gobernante, no abandonarán al régimen de Asad. Los cristianos y los drusos solo esperan lo peor de un posible nuevo orden dominado por la Hermandad Musulmana. Lo mismo vale para un vecino crucial, el gobierno iraquí de Nuri Al Maliki.
Rusia sabe que si el actual modelo libio se reproduce en Siria —y con el Líbano bajo el bloqueo de facto de la OTAN—, el Mediterráneo se convertirá en el lago de la OTAN, es decir, será controlado por EEUU.
Moscú también ve que en el Gran Oriente Medio soñado por Washington —desde Mauritania hasta Kazajistán—, los únicos países que no estarían vinculados con la OTAN a través de una miríada de "alianzas" serían, aparte de Siria, Líbano, Eritrea, Sudán e Irán.
En cuanto al Pentágono, el nombre del juego es "reposicionamiento". Si EEUU sale de Irak, irá a alguna otra parte del "arco de inestabilidad", preferiblemente el Golfo. Hay 40.000 efectivos estadounidenses en el Golfo; 23.000 de ellos en Kuwait. Un ejército secreto del Pentágono y la CIA está siendo entrenado por la antigua Blackwater, "reposicionada" como Xe, en Emiratos Árabes Unidos. Está naciendo una OTAN del Golfo. ¿OTANCCG?
Cuando los neoconservadores de EEUU gobernaban el universo —hace tan solo unos pocos años—, el lema era "los hombres de verdad van a Teherán". Ya se ha solicitado una actualización. Llamémosla "los hombres de verdad van a Teherán vía Damasco solo si tienen huevos para mirar de frente a Moscú".
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Acaba de publicarse su nuevo libro: Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
Traducción: Javier Villate
Publicado originalmente en: That rocky road to Damascus, Asia Times.
La pregunta del billón de dólares en el "invierno árabe" es quién parpadeará primero en el guión de Occidente sobre el viaje a Teherán vía Damasco.
Cuando examinan el ajedrez regional y el formidable abanico de fuerzas alineadas contra ellos, el líder supremo ayatolá Alí Jamenei y la dictadura militar de los mulás de Teherán deben hacer frente, simultáneamente, a la superpotencia de EEUU, las amenazas de un ataque militar de los miembros de la OTAN, el arsenal nuclear de Israel, todas las monarquías absolutas árabes suníes e incluso la laica Turquía, de mayoría suní.
Mientras tanto, de su lado la república islámica solo puede contar con Moscú. No es algo tan malo como puede parecer.
Siria es un aliado indiscutible y clave de Irán en el mundo árabe, mientras que Rusia y China son aliados geopolíticos fundamentales. Por el momento, China ha dejado claro que cualquier solución para la crisis siria ha de ser negociada.
La única base naval de Rusia en el Mediterráneo está en el puerto sirio de Tartus. No es casual que Rusia haya instalado su sistema de defensa aérea S-300 —uno de los mejores sistemas de misiles tierra-aire del mundo, comparable al Patriot norteamericano— en Tartus. La actualización al todavía más sofisticado sistema S-400 es inminente.
Desde el punto de vista de Moscú, y de Teherán, el cambio de régimen en Damasco es algo indeseable. Significaría la expulsión virtual de las armadas rusa e iraní del Mediterráneo.
No obstante, ya están en marcha movimientos laterales de Occidente. Diplomáticos de Bruselas confirmaron a Asia Times Online que los "rebeldes" libios —que ahora están intentando presentar un gobierno creíble— ya han dado el visto bueno para que la OTAN construya una gran base militar en la región de Cirenaica.
La OTAN no tiene la última palabra en estos asuntos. Esto es decidido por el mandamás, el Pentágono, interesado en promover Africom en coordinación con la OTAN. Se espera que se desplieguen sobre suelo libio unos 20.000 efectivos, siendo al menos 12.000 de ellos europeos. Serán responsables de la "seguridad interna" de Libia, pero también alertas ante posibles campañas militares contra Siria e Irán.
Derribar a esos chiíes
Nada más y nada menos que la última "coalición de voluntades" —que, por cierto, repite el modelo libio— está en contra del régimen de Bachar Asad en Siria, y también representa una guerra cristiano-suní contra los chiíes, sean estos la minoría alauita de Siria o las mayorías chiíes de Irán, Irak y Líbano.
Esto es parte integrante de la "oportunidad estratégica" identificada por el poderoso lobby judío de Washington: si atacamos el vínculo Damasco-Teherán, daremos un golpe mortal a Hezbolá en el Líbano. Eso, creen los ideólogos, puede venderse ahora a la opinión pública bajo la cobertura de la "primavera árabe", ahora "invierno árabe" tras sufrir una metamorfosis en contrarrevolución árabe.
Tal como lo ve Teherán, lo que realmente está pasando en relación con Siria es una cobertura "humanitaria" de una compleja operación anti-chií y anti-iraní.
La hoja de ruta está clara. Un polémico y nada representativo Consejo Nacional Sirio, creado a imagen y semejanza del Consejo Nacional de Transición libio, ya está en funcionamiento. También lo está una "insurgencia" suní fuertemente armada a ambos lados de las fronteras turca y libanesa. Las sanciones ya están causando perjuicios a la clase media siria. Se ha puesto en marcha una implacable campaña internacional de desprestigio del régimen de Asad. Y las operaciones psicológicas abundan, con el objetivo de seducir a sectores del ejército sirio para que deserten (no está funcionando).
Un informe elaborado por un investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), que reside en Catar, insinúa que el autodenominado Ejército Sirio Libre es, básicamente, un puñado de islamistas extremistas a los que se han unido unos pocos desertores del ejército, mayoritariamente radicales de la Hermandad Musulmana comprados, pagados y armados por EEUU, Israel, las monarquías del Golfo y Turquía. No hay nada democrático en ellos, como intentan convencernos los medios occidentales y saudíes.
En cuanto al Consejo Nacional, con sede en Washington y Londres, y salpicado con los poco fiables exiliados de rigor, su programa pide un gobierno con participación del mismo ejército que ha estado disparando contra los manifestantes civiles, siguiendo el modelo egipcio. Esto hace pensar que la única solución sería que el pueblo sirio derrocara el régimen policial de Asad, al tiempo que se opusiera al oscuro Consejo Nacional Sirio.
El modelo del año (dictador)
Luego tenemos al normalmente despistado y mal informado Occidente, que cree que la Liga Árabe —que ahora no es más que un títere de la política exterior de EEUU— está al lado de las aspiraciones democráticas del pueblo sirio. Un vehemente blogger árabe, Asad Abu Jalil, tiene razón cuando dice que, después de la caída de Hosni Mubarak en Egipto, "la Liga se ha convertido en una extensión del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)".
El CCG es, de hecho, el club de la contrarrevolución en el Golfo. Su deporte favorito es privilegiar a los dictadores "modelo", empezando por ellos mismos, pero incluyendo también a Ali Abdulá Saleh en Yemen y a los reyes de Jordania y Marruecos, que serán anexionados al CCG, ya que desean que formen parte del Golfo Pérsico (la geografía dice que no lo son). Por otro lado, el CCG odia a los "malos" dictadores, es decir, a Muamar Gadafi y Asad, que, no por casualidad, han gobernado repúblicas laicas.
La dinastía Saud, Jordania y la emergente Catar están muy cómodas apostando por EEUU e Israel. Los saudíes —los mandamases del CCG— invadieron Bahréin con 1.500 soldados para aplastar las protestas que pedían democracia, muy similares a las de Egipto y Siria. La dinastía Saud ayudó a la gobernante dinastía suní Al Jalifa de Bahréin, un país con un 70 por ciento de chiíes, a torturar a los demócratas. Los bahreiníes han confirmado que todos los que fueron torturados eran obligados a confesar sus vínculos directos con el "malvado" Irán.
En Egipto, la dinastía Saud apoyó a Mubarak incluso después de ser depuesto. Ahora apoya —con más de 4.000 millones de dólares hasta el momento— a una junta militar que básicamente solo quiere mantenerse en el poder, eso sí, con una fachada "democrática".
Probablemente, la dinastía Saud no podría coexistir con un Egipto democrático. Quien crea que la dinastía Saud defiende los derechos humanos y la democracia en Oriente Medio debería examinarse la cabeza.
La Liga Árabe —también una extensión de la Casa Saud— dio luz verde para que la OTAN bombardeara un país miembro. Suspendió a Siria el pasado 12 de noviembre —como había hecho con Libia el 22 de febrero— porque, a diferencia del caso de Libia, los designios de EEUU y Europa fueron vetados en el Consejo de Seguridad de la ONU por Rusia y China.
Bienvenido a la "nueva" Liga Árabe, donde si no te inclinas ante el altar del CCG, eres condenado a sufrir un cambio de régimen.
Rendir culto al CCG no es comparable a rendir culto al Pentágono y la OTAN. Jordania y Marruecos son miembros del diálogo mediterráneo de la OTAN, y Catar y Emiratos Árabes Unidos (EAU) son miembros de la Iniciativa de Cooperación de Estambul de la OTAN. Además, Jordania y EAU son los únicos países árabes que han contribuido con tropas a la guerra de la OTAN en Afganistán.
Ivo Daalder, embajador de la administración Obama en la OTAN, ya ha ordenado a Libia que entre en el Diálogo Mediterráneo, junto a Marruecos, Jordania, Egipto, Túnez, Argelia, Mauritania e Israel. Y a comienzos de este mes dijo en el Consejo Atlántico qué era necesario para atacar a Siria: una "necesidad urgente" (por ejemplo, dar la impresión de que Asad va a arrasar Homs), "apoyo regional" (que llegará rápidamente del CCG y/o la Liga Árabe), y un mandato de la ONU (eso no sucederá, como ya lo han dejado claro Rusia y China).
Por tanto, cabe esperar exactamente eso de la "coalición de voluntades": algunas oscuras operaciones de las que se culpará al régimen de Asad, el apoyo inmediato del CCG y/o la Liga Árabe y, probablemente, una acción unilateral, ya que la vía de la ONU parece estar cerrada.
El sueño del Gran Oriente Medio
No es de extrañar que algunas mentes sanas en Damasco, viendo las hojas del té, decidiera tomar medidas. Damasco envió mensajes secretos para sondear el humor de Washington. El precio de quedarse solo, de cortar todos los lazos con Teherán, para bien. El régimen de Asad se quedó preguntándose qué obtendría a cambio.
Los alauitas, aproximadamente el 12 por ciento de la población y miembros de la elite gobernante, no abandonarán al régimen de Asad. Los cristianos y los drusos solo esperan lo peor de un posible nuevo orden dominado por la Hermandad Musulmana. Lo mismo vale para un vecino crucial, el gobierno iraquí de Nuri Al Maliki.
Rusia sabe que si el actual modelo libio se reproduce en Siria —y con el Líbano bajo el bloqueo de facto de la OTAN—, el Mediterráneo se convertirá en el lago de la OTAN, es decir, será controlado por EEUU.
Moscú también ve que en el Gran Oriente Medio soñado por Washington —desde Mauritania hasta Kazajistán—, los únicos países que no estarían vinculados con la OTAN a través de una miríada de "alianzas" serían, aparte de Siria, Líbano, Eritrea, Sudán e Irán.
En cuanto al Pentágono, el nombre del juego es "reposicionamiento". Si EEUU sale de Irak, irá a alguna otra parte del "arco de inestabilidad", preferiblemente el Golfo. Hay 40.000 efectivos estadounidenses en el Golfo; 23.000 de ellos en Kuwait. Un ejército secreto del Pentágono y la CIA está siendo entrenado por la antigua Blackwater, "reposicionada" como Xe, en Emiratos Árabes Unidos. Está naciendo una OTAN del Golfo. ¿OTANCCG?
Cuando los neoconservadores de EEUU gobernaban el universo —hace tan solo unos pocos años—, el lema era "los hombres de verdad van a Teherán". Ya se ha solicitado una actualización. Llamémosla "los hombres de verdad van a Teherán vía Damasco solo si tienen huevos para mirar de frente a Moscú".
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Acaba de publicarse su nuevo libro: Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
Traducción: Javier Villate
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