Cómo ocupar el terreno moral y político

Naomi Wolf

Publicado originalmente en: How to Occupy the moral and political high ground, The Guardian/The Observer, 6/11/2011



Naomi Wolf es arrestada en Nueva York por apoyar a los manifestantes.


Cuando a los ciudadanos del Reino Unido se les dice una vez más que "confíen" en los guardianes del sistema financiero global y cuando los ciudadanos de EEUU se están dando cuenta de que, a pesar de una primera enmienda que garantiza la libertad de expresión y de reunión, se están enfrentando con pelotas de goma que pueden ser letales en Oakland y la brutalidad policial arrasa en Tulsa, Oklahoma y las calles de Manhattan, lo que está quedando claro es que está teniendo lugar un cambio global de las reglas de juego. El conflicto no es entre derecha e izquierda, sino entre el "uno por ciento" —una corporatocracia que, sin transparencia ni rendición de cuentas, está reclamando la parte del león de los recursos del planeta y del capital, sin tener en cuenta los procesos democráticos— y el resto de nosotros.

Esta familia global, que trasciende las fronteras nacionales, solo quiere una vida pacífica, un futuro sostenible, justicia económica y democracia básica. Por otro lado, la corporatocracia global, que también trasciende las fronteras nacionales, ha comprado gobiernos y procesos legislativos, ha desarrollado su propio ejército, mercenarios o paramilitares, se ha empeñado en un fraude económico sistemático y ha saqueado los fondos públicos y los ecosistemas.

¿Qué deben aprender los movimientos globales de protesta de lo que está pasando en el mundo y qué lecciones deben extraer de sus propias experiencias? Mi estudio de movimientos de protesta exitosos me lleva a sugerir lo siguiente.

1. La democracia es cuestionable. En todo el mundo, manifestantes pacíficos están siendo demonizados por esto, pero no existe ningún derecho en una sociedad civil democrática a estar libre de crítica. Los manifestantes deberían leer a Gandhi y King, y dedicarse a alterar la vida normal a largo plazo, de forma no violenta y disciplinada, especialmente mediante la interrupción del tráfico. Si son pacíficos, no pueden ser infiltrados fácilmente por elementos provocadores, mientras que la militarización injusta de la respuesta policial se hace más transparente. Además, los movimientos de protesta exitosos del pasado fueron un asunto de meses o años, no de días ni de horas; realizaron sentadas y "ocuparon" zonas durante mucho tiempo.

2. Los manifestantes tienen que recoger dinero por su cuenta y utilizarlo para contratar sus propios abogados. A la corporatocracia le asusta que los ciudadanos hagan uso de los tribunales.

3. Los manifestantes deben confeccionar sus propios medios de comunicación y no depender de los medios hegemónicos para difundir información. Deben aprender a escribir artículos de opinión y notas de prensa, hacer blogs y documentar sus experiencias, así como crear plataformas web donde se registren y documenten los casos de abusos policiales (y los abusadores). Los manifestantes deben utilizar sus cámaras y videocámaras religiosamente. Lamentablemente, hay muchos casos documentados de provocadores violentos en las manifestaciones. Por eso es tan importante no cubrirse la cara en una protesta: hay que fotografiar y registrar a los provocadores.

4. En las democracias, los manifestantes deben crear listas de correo electrónico a nivel local, sincronizadas con listas a nivel nacional y empezar a registrar votantes. Tienen que remitir por correo electrónico a sus representantes la lista de votantes "ocupas" de cada distrito y comprometerse a conseguir el voto en las elecciones parlamentarias para los candidatos que apoyen al movimiento, mientras trabajan para derrotar a los candidatos contrarios al movimiento.

En Oakland, California, la derecha ha puesto en marcha una campaña para obligar al alcalde a ser "blando con los manifestantes". Los grupos de protesta tienen que organizarse para expulsar a los políticos que son brutales con los manifestantes. Esto inclina la balanza: en Albany, Nueva York, por ejemplo, la policía y el fiscal del distrito se han negado a reprimir a los manifestantes y decidieron apoyar sus derechos de libertad de expresión y reunión.

5. El movimiento ha sido reacio a elegir líderes, pero creo que esto es un error. Un líder no tiene que ser un jerarca que se impone de arriba abajo. Un líder puede ser un simple representante. Los manifestantes deben elegir representantes —por un plazo de tiempo determinado, como en cualquier democracia— y formarles para que hablen con la prensa y negocien con los políticos. Deben abarcar todo el espectro social: jóvenes y abuelos, camioneros y profesores, empresarios... Es difícil informar eficazmente de una protesta si no hay portavoces.

6. Las protestas no deben ser escenarios de enfrentamientos, sino que deben reflejar el tipo de sociedad civil en la que quiere vivir esta emergente familia humana. Por ejemplo, en el Parque Zuccotti, de Manhattan, hay una cocina, la comida se reparte gratuitamente, los chavales pueden quedarse a dormir y se organizan seminarios. Los músicos deben traer sus instrumentos, el ambiente debe ser alegre y positivo. Si hay desorden, los manifestantes deben limpiar y ordenar las cosas ellos mismos. La idea es construir una nueva ciudad dentro de la ciudad corrupta y mostrar que esto es un reflejo de la mayoría de la sociedad, no un elemento marginal y destructivo.

7. Por último, tenemos que comprender que lo más importante no es presentar una "lista de demandas": en realidad, es la misma infraestructura de una humanidad común lo que se está creando. Durante décadas, a la familia global se le ha dicho que hay que mantener la cabeza gacha y dejar el gobierno a las elites; en los países ricos, permanecer atontados ante la tele o en el centro comercial; en el resto del mundo, someterse a la pobreza y al trabajo pesado. Lo transformador del movimiento de protesta es que la gente está saliendo y encontrándose unos con otros cara a cara, recordando los hábitos de la libertad: cara a cara, construyen nuevas instituciones, nuevas relaciones y nuevas organizaciones.

Espero que, más pronto que tarde, se aprueben leyes que desmilitaricen a la policía; prohíban las armas Taser [que descargan electroshocks, N. del T.] y las pelotas de goma; penalicen la violencia policial y política contra las actividades de libre expresión; exijan la persecución del fraude fiscal; obliguen a auditar los libros de las compañías que se tragan miles de millones de euros impunemente para evadir al fisco; investiguen a los torturadores; traigan a los soldados a casa, y reconstruyan la sociedad, esta vez desde abajo, de forma responsable, legal y democrática.


Naomi Wolf es escritora y activista política. Entre otros libros, ha escrito The Beauty Myth y Give Me Liberty: A Handbook for American Revolutionaries. Tiene un blog en naomiwolf.org.

Traducción: Javier Villate

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