Stiglitz critica la política económica europea

El diario británico The Independent publicó hace pocos días un artículo basado en una entrevista con el economista Joseph Stiglitz que me ha parecido de gran interés.

Stiglitz es uno de los economistas más prestigiosos a nivel mundial. Fue premio Nobel de Economía 2001, asesor económico del presidente Bill Clinton y primer vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, hasta que le obligaron a dimitir. Es conocido como economista neokeynesiano y un crítico feroz del "fundamentalismo del libre mercado". "Las teorías que desarrollamos explican por qué los mercados sin trabas, a menudo, no solo no alcanzan una justicia social, sino que ni siquiera producen resultados eficientes" ("The pact with the devil").

Fue uno de los pocos economistas que predijo el colapso financiero global mucho antes de que ocurriera. En el citado artículo del The Independent sostiene que la economía británica necesita justamente lo contrario de la política de "consolidación fiscal" que está impulsando el ministro de Finanzas George Osborne, que Stiglitz considera un eufemismo para no hablar de recortes sociales. Su crítica, por tanto, vale para todos aquellos gobiernos que, como el español de Zapatero, se han sometido a las directrices del capital financiero europeo para hacer frente a la crisis. He aquí traducidas algunas partes de dicho artículo.

Joseph Stiglitz



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Stiglitz sugiere que la economía británica necesita lo contrario: un fuerte estímulo en lugar de la "consolidación fiscal", que es un eufemismo económico de George Osborne para referirse a los recortes sociales.

El estímulo fiscal no está de moda ahora. Los líderes mundiales se embarcaron en esa estrategia —inyectar dinero para reactivar la economía— después de la crisis financiera de hace tres años. Está claro que no funcionó porque el dinero que los gobiernos bombearon a los bancos no fue transmitido a las empresas con dificultades, ni a las personas con problemas con sus hipotecas.

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El resultado es que, a raíz de los ataques de los mercados financieros contra Grecia y España, todo el mundo se está atrincherando. "No es sólo pre-keynesiana, es hooverita", dice. Con esas palabras, Stiglitz quiere decir que los gobiernos no solo están rechazando estimular la economía, sino que están haciendo recortes, como Herbert Hoover hizo en Estados Unidos en 1929, cuando el crack de Wall Street se convirtió en la Gran Depresión. "Hoover tenía la idea de que, cuando se entra en recesión, los déficits crecen, por lo que decidió hacer recortes, que es lo que los insensatos mercados financieros que nos metieron en esta situación quieren ahora principalmente".

Esto se ha convertido en la nueva sabiduría heredada en toda Europa. Pero es el clásico error cometido por aquellos que confunden la economía del hogar con la economía de un país.

"Si usted tiene una familia y no puede pagar sus deudas, le dicen que recorte sus gastos para poder pagar esas deudas. Pero en una economía nacional, si se recortan los gastos, entonces la actividad económica baja, nadie invierte, el dinero recaudado por los impuestos disminuye, el dinero que se paga por las prestaciones por desempleo aumenta… entonces, no hay suficiente dinero para pagar las deudas".

"La vieja historia sigue siendo cierta: si se recortan los gastos, la economía cae. Tenemos una gran cantidad de experiencias que demuestran esto, gracias a Herbert Hoover y al FMI", añade. El FMI ha impuesto esa errónea política en Corea, Tailandia, Indonesia, Argentina y muchos otros países en desarrollo en los años 80 y 90. "Así que sabemos lo que sucederá: las economías se debilitan, la inversión disminuye y se entra en una espiral descendente. No sabemos hasta dónde. Podría ser una crisis general a la japonesa. Japón hizo un experimento como este en 1997, y justo cuando se estaba recuperando, aumentó el IVA y se entró en otra recesión".

¿Por qué no hemos aprendido de todo eso? Porque políticos como George Osborne están movidos por la ideología; el déficit nacional es una excusa para reducir el tamaño del estado, porque eso es lo que quería de todos modos. Porque el mercado financiero sólo se preocupa por una cosa: que le paguen. Y porque otros gobiernos europeos son presas del pánico debido al ataque salvaje de los mercados contra Grecia y España, y nadie quiere ser el siguiente.

"Pero los recortes en Alemania, Gran Bretaña y Francia significarán que toda Europa se verá afectada. Los recortes se retroalimentarán negativamente. Y si todos siguen esta política, su déficit presupuestario empeorará, por lo que tendrán que hacer más recortes y aumentar aún más los impuestos. Es una espiral descendente. Ahora estamos viendo una larga, difícil y lenta recuperación, con la posibilidad de que se produzca una doble depresión si todos hacen recortes al mismo tiempo. El mejor escenario es largo y duro… y el peor es mucho peor. Si alguno de estos países se ve obligado a dejar de pagar, el sistema bancario está financiado externamente de tal forma que podría causar problemas reales. Esto es muy arriesgado, es aterrador".

Entonces, ¿qué deberíamos hacer? "La lección no es que haya que recortar el gasto, sino que hay que redirigirlo. Se puede terminar la guerra en Afganistán. Se pueden recortar un par de cientos de miles de millones de dólares de gasto militar excesivo. Se pueden recortar los subsidios del petróleo. Hay una larga lista de cosas que podemos recortar. Pero hay que aumentar el gasto en otras áreas, como la investigación y el desarrollo, la infraestructura, la educación", áreas en las que el gobierno puede obtener buenos réditos de la inversión pública. "Yo no he hecho el cálculo para Gran Bretaña, pero en el caso de Estados Unidos, todo lo que se necesita es una tasa de rentabilidad de la inversión pública del 5 al 6 por ciento, y el déficit y la deuda disminuirán a largo plazo".

Los impuestos también deben ser reestructurados. Osborne ha aumentado el impuesto sobre los altos ingresos del 18 al 28 por ciento. "No hay absolutamente ninguna razón por la que no se pueda imponer tasas a las ganancias especulativas [derivadas del aumento del precio de la vivienda o del precio del suelo] en un 40 por ciento. No se pierde ningún beneficio social con ello y el suelo va a estar ahí tanto si las personas han especulado como si no. Mientras tanto, se pueden bajar los impuestos sobre la inversión en cosas como I+D".

Stiglitz tiene una solución más práctica. Los gobiernos deberían crear sus propios bancos para volver a conceder préstamos a las empresas y salvar a los propietarios de viviendas en peligro de expropiación. "Si los bancos no prestan, creemos un nuevo servicio financiero para hacer ese trabajo", dice. "En Estados Unidos, dimos 700 mil millones de dólares a los bancos. Si se hubiera utilizado una parte de esa cantidad para crear un nuevo banco, podríamos haber financiado todos los préstamos que se necesitaban".

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