Limpieza étnica mediante las demoliciones de casas
Cuando en estos días la prensa informa sobre las reuniones entre Obama y el presidente israelí Benjamin Netanyahu y sobre las posibilidades de relanzar el diálogo entre israelíes y palestinos, así como sobre el supuesto alivio del bloqueo terrestre israelí sobre Gaza, poco se está informando sobre los desalojos y demoliciones de viviendas palestinas en Jerusalén Este.
Algunos pensarán que esto es algo que está ocurriendo estos días. Pero no es así. Las demoliciones de viviendas palestinas es una política israelí de larga data, como método para empujar a los palestinos más allá, siempre más allá, y hacer sitio para colonos judíos israelíes. Dicho con otras palabras, es uno de los métodos empleados para continuar la limpieza étnica iniciada en 1948. Otros métodos son la confiscación de tierras, la prohibición para construir nuevas viviendas, pozos de agua y otras infraestructuras, los controles militares, el bloqueo de las importaciones de ciertos artículos… Todo ello coadyuva a hacer extremadamente difícil la vida de los palestinos y recluirlos en guetos aislados.
Tan solo en 2009, más de 600 palestinos perdieron su hogar por culpa de las casi 300 demoliciones que el ejército israelí llevó a cabo en los territorios ocupados, según datos de la ONU. En estos momentos, hay alrededor de 4.800 edificios palestinos pendientes de demolición, lo que significa que miles de palestinos viven, día y noche, día tras día, en profunda zozobra, a la espera del ruido de las excavadoras. Los desalojos y demoliciones se realizan muchas veces brutalmente, sin aviso previo y sin permitir que las familias salven sus pertenencias. Además, no hay realojo ni indemnización. A los desalojados les espera una pequeña habitación en la casa de algunos familiares o una tienda de campaña… y la pobreza o la miseria.
"Israel deniega casi siempre el permiso para construir", ha dicho Philip Luther, de Amnistía Internacional, "por lo que la mayoría de las personas no tienen más opción que construir sin autorización oficial. Las autoridades israelíes están empujando a los palestinos a una situación imposible. Hagan lo que hagan, están expuestos a perder su hogar".
La cosa se ha puesto especialmente caliente en Jerusalén Este, en el barrio de Silwan. La municipalidad israelí (recordemos que Israel se anexionó Jerusalén Este, habitada por palestinos, en 1967 y proclamó a la Jerusalén "reunificada" la capital eterna, una e indisoluble de Israel) aprobó el proyecto del parque arqueológico del "Jardín del Rey" (en honor al bíblico rey David) en el citado barrio de Silwan, donde unos pocos colonos judíos se ha establecido entre 12.000 palestinos. El plan municipal prevé la destrucción de 22 viviendas palestinas construidas sin autorización, mientras que otras 66 viviendas, construidas también sin autorización, serán legalizadas retroactivamente. ¿Adivinan ustedes de quiénes son estas últimas? Es importante subrayar que la mayoría de los palestinos del barrio de Silwan son refugiados y familias de refugiados de 1948. Así es como va avanzando la descarada política de "judaización" de Jerusalén, la limpieza étnica en esta zona. Cuando Israel se anexionó Jerusalén Este, los palestinos que vivían allí no adquirieron la ciudadanía israelí, pero quedaron bajo la jurisdicción del municipio israelí de Jerusalén, con la obligación de pagar impuestos municipales. Una muestra más, de las más pequeñas, del carácter racista y excluyente del Estado judío.
Además de este plan del "Jardín del Rey", el municipio de Jerusalén tiene un proyecto de mayor calado, que ha recibido el nombre de "Esquema 1155" y que implicaría el desalojo de otro millar de residentes palestinos. Este proyecto prevé ampliar el parque del "Jardín del Rey" con la construcción de un complejo de 100.000 metros cuadrados.
Por supuesto, estas demoliciones y la construcción de viviendas judías en la Cisjordania ocupada suscitan las quejas y lamentos de Washington y de la Unión Europea. Pero nada más. Lamentos por la matanza en el asalto a la Flotilla de la Libertad, lamentos por la masacre de Gaza en la ofensiva israelí del invierno de 2008-2009, en la que murieron unos 1.400 palestinos, lamentos por los avances de los asentamientos judíos (estos lamentos durante lustros, por cierto), lamentos por los desalojos y demoliciones… Si juntáramos todos estos lamentos, y muchos más que omitimos por mor de la brevedad, ¿qué imagen tendríamos de los políticos europeos?
Según un informe de Amnistía Internacional, "¿Seguros en casa? Demoliciones israelíes de viviendas palestinas", "las restricciones a que está sujeta la población palestina que vive bajo ocupación israelí en Jerusalén Oriental, así como en el resto de Cisjordania, a la hora de construir alguna estructura son tan estrictas que constituyen una violación de su derecho a una vivienda adecuada". Solo el 13 por ciento del territorio ocupado de Jerusalén Este está clasificado por el municipio israelí como zona disponible para construcciones palestinas. Se trata de una superficie de solo 9,18 kilómetros cuadrados, densamente urbanizada ya y que acoge a unos 250.000 palestinos. En cambio, las autoridades israelíes permiten el establecimiento y la ampliación en tierras palestinas ocupadas de asentamientos ilegales para uso exclusivo de judíos israelíes. Al menos el 35 por ciento de las tierras de Jerusalén Este han sido expropiadas para construir asentamientos ilegales, en los que viven ya 195.000 israelíes.
También se han dictado órdenes de demolición contra escuelas, dispensarios, carreteras, depósitos y pozos de agua, torres de electricidad, cabañas y refugios para animales. Es el lento avance, en el transcurso de las décadas, de la incontenible destrucción de la sociedad palestina y de la limpieza étnica.
Muy parecidas restricciones y obstáculos para unos, y privilegios y facilidades para otros, tienen lugar en otros lugares de Cisjordania, a pesar de que no han sido anexionados —todavía— a Israel. Es el caso, por ejemplo, del valle del Jordán. Allí, las autoridades israelíes limitan estrictamente la construcción palestina y han demolido sistemáticamente viviendas, rediles, pozos y demás infraestructuras, dañando gravemente los medios de vida de los palestinos. Además, desde 2005, las autoridades israelíes han aumentado las restricciones impuestas a la circulación de los palestinos entre el valle del Jordán y el resto de Cisjordania, y solo a los que están registrados como residentes en el valle les permiten la entrada en él en vehículos privados.
En la Franja de Gaza, antes de la llamada "desconexión" llevada a cabo por el gobierno de Sharon, desde 2005 el ejército israelí destruyó miles de viviendas palestinas, sobre todo en la zona de Rafá, fronteriza con Egipto.
La organización israelí B'Tselem hará público un informe la semana que viene en el que denuncia el aumento imparable de los asentamientos judíos en Cisjordania. Muchos tienen la idea de que, al fin y al cabo, estos representan pequeños puntitos en el mapa cisjordano. Pero la realidad es más bien la contraria: son los pueblos y aldeas palestinos los puntitos del mapa, las islas rodeadas por asentamientos, carreteras e instalaciones militares israelíes. El citado informe muestra que los asentamientos judíos cubren el 42 por ciento de la superficie de Cisjordania. Desde que en 2004 Tel Aviv se comprometió, por medio de la Hoja de Ruta a congelar la construcción de asentamientos, la población judía ha crecido un 28 por ciento en el territorio palestino ocupado. Y si tomamos como punto de partida los Acuerdos de Oslo de 1993, la población colona se ha triplicado.
En estos momentos está en vigor una moratoria declarada por el gobierno israelí, en noviembre pasado, sobre la construcción de nuevos asentamientos (una moratoria limitada que no afecta a los asentamientos de Jerusalén Este ni a la "ampliación" de los existentes). La moratoria termina en septiembre y los colonos judíos más extremistas, junto al partido del presidente Netanyahu, Likud, ya han iniciado una fuerte campaña propagandística para que se reanude la colonización. Unos 300.000 colonos judíos viven en la Cisjordania ocupada y más de 195.000 en Jerusalén Este. Si la moratoria se da por acabada, será el pistoletazo de salida para la construcción de 2.700 viviendas nuevas para colonos judíos en Cisjordania.
Así las cosas, vecinos del barrio de Silwan y activistas palestinos e israelíes, vienen realizando manifestaciones de protesta que están siendo duramente reprimidas por fuerzas coaligadas del ejército y policía israelíes, colonos judíos y guardas de seguridad contratados por estos. No es un hecho aislado. En otros pueblos y aldeas de Cisjordania, afectados por la construcción del muro del apartheid, también se están llevando a cabo manifestaciones en las que participan israelíes solidarios, como en Bi'lin. Hay características que suelen compartir estas movilizaciones: nacen de abajo, unen a activistas de Fatah y Hamas y son no-violentas. De esto hablaremos en otro momento.
Algunos pensarán que esto es algo que está ocurriendo estos días. Pero no es así. Las demoliciones de viviendas palestinas es una política israelí de larga data, como método para empujar a los palestinos más allá, siempre más allá, y hacer sitio para colonos judíos israelíes. Dicho con otras palabras, es uno de los métodos empleados para continuar la limpieza étnica iniciada en 1948. Otros métodos son la confiscación de tierras, la prohibición para construir nuevas viviendas, pozos de agua y otras infraestructuras, los controles militares, el bloqueo de las importaciones de ciertos artículos… Todo ello coadyuva a hacer extremadamente difícil la vida de los palestinos y recluirlos en guetos aislados.
Este vídeo es de octubre de 2006.
Tan solo en 2009, más de 600 palestinos perdieron su hogar por culpa de las casi 300 demoliciones que el ejército israelí llevó a cabo en los territorios ocupados, según datos de la ONU. En estos momentos, hay alrededor de 4.800 edificios palestinos pendientes de demolición, lo que significa que miles de palestinos viven, día y noche, día tras día, en profunda zozobra, a la espera del ruido de las excavadoras. Los desalojos y demoliciones se realizan muchas veces brutalmente, sin aviso previo y sin permitir que las familias salven sus pertenencias. Además, no hay realojo ni indemnización. A los desalojados les espera una pequeña habitación en la casa de algunos familiares o una tienda de campaña… y la pobreza o la miseria.
"Israel deniega casi siempre el permiso para construir", ha dicho Philip Luther, de Amnistía Internacional, "por lo que la mayoría de las personas no tienen más opción que construir sin autorización oficial. Las autoridades israelíes están empujando a los palestinos a una situación imposible. Hagan lo que hagan, están expuestos a perder su hogar".
La cosa se ha puesto especialmente caliente en Jerusalén Este, en el barrio de Silwan. La municipalidad israelí (recordemos que Israel se anexionó Jerusalén Este, habitada por palestinos, en 1967 y proclamó a la Jerusalén "reunificada" la capital eterna, una e indisoluble de Israel) aprobó el proyecto del parque arqueológico del "Jardín del Rey" (en honor al bíblico rey David) en el citado barrio de Silwan, donde unos pocos colonos judíos se ha establecido entre 12.000 palestinos. El plan municipal prevé la destrucción de 22 viviendas palestinas construidas sin autorización, mientras que otras 66 viviendas, construidas también sin autorización, serán legalizadas retroactivamente. ¿Adivinan ustedes de quiénes son estas últimas? Es importante subrayar que la mayoría de los palestinos del barrio de Silwan son refugiados y familias de refugiados de 1948. Así es como va avanzando la descarada política de "judaización" de Jerusalén, la limpieza étnica en esta zona. Cuando Israel se anexionó Jerusalén Este, los palestinos que vivían allí no adquirieron la ciudadanía israelí, pero quedaron bajo la jurisdicción del municipio israelí de Jerusalén, con la obligación de pagar impuestos municipales. Una muestra más, de las más pequeñas, del carácter racista y excluyente del Estado judío.
Además de este plan del "Jardín del Rey", el municipio de Jerusalén tiene un proyecto de mayor calado, que ha recibido el nombre de "Esquema 1155" y que implicaría el desalojo de otro millar de residentes palestinos. Este proyecto prevé ampliar el parque del "Jardín del Rey" con la construcción de un complejo de 100.000 metros cuadrados.
Por supuesto, estas demoliciones y la construcción de viviendas judías en la Cisjordania ocupada suscitan las quejas y lamentos de Washington y de la Unión Europea. Pero nada más. Lamentos por la matanza en el asalto a la Flotilla de la Libertad, lamentos por la masacre de Gaza en la ofensiva israelí del invierno de 2008-2009, en la que murieron unos 1.400 palestinos, lamentos por los avances de los asentamientos judíos (estos lamentos durante lustros, por cierto), lamentos por los desalojos y demoliciones… Si juntáramos todos estos lamentos, y muchos más que omitimos por mor de la brevedad, ¿qué imagen tendríamos de los políticos europeos?
Según un informe de Amnistía Internacional, "¿Seguros en casa? Demoliciones israelíes de viviendas palestinas", "las restricciones a que está sujeta la población palestina que vive bajo ocupación israelí en Jerusalén Oriental, así como en el resto de Cisjordania, a la hora de construir alguna estructura son tan estrictas que constituyen una violación de su derecho a una vivienda adecuada". Solo el 13 por ciento del territorio ocupado de Jerusalén Este está clasificado por el municipio israelí como zona disponible para construcciones palestinas. Se trata de una superficie de solo 9,18 kilómetros cuadrados, densamente urbanizada ya y que acoge a unos 250.000 palestinos. En cambio, las autoridades israelíes permiten el establecimiento y la ampliación en tierras palestinas ocupadas de asentamientos ilegales para uso exclusivo de judíos israelíes. Al menos el 35 por ciento de las tierras de Jerusalén Este han sido expropiadas para construir asentamientos ilegales, en los que viven ya 195.000 israelíes.
También se han dictado órdenes de demolición contra escuelas, dispensarios, carreteras, depósitos y pozos de agua, torres de electricidad, cabañas y refugios para animales. Es el lento avance, en el transcurso de las décadas, de la incontenible destrucción de la sociedad palestina y de la limpieza étnica.
Muy parecidas restricciones y obstáculos para unos, y privilegios y facilidades para otros, tienen lugar en otros lugares de Cisjordania, a pesar de que no han sido anexionados —todavía— a Israel. Es el caso, por ejemplo, del valle del Jordán. Allí, las autoridades israelíes limitan estrictamente la construcción palestina y han demolido sistemáticamente viviendas, rediles, pozos y demás infraestructuras, dañando gravemente los medios de vida de los palestinos. Además, desde 2005, las autoridades israelíes han aumentado las restricciones impuestas a la circulación de los palestinos entre el valle del Jordán y el resto de Cisjordania, y solo a los que están registrados como residentes en el valle les permiten la entrada en él en vehículos privados.
En la Franja de Gaza, antes de la llamada "desconexión" llevada a cabo por el gobierno de Sharon, desde 2005 el ejército israelí destruyó miles de viviendas palestinas, sobre todo en la zona de Rafá, fronteriza con Egipto.
La organización israelí B'Tselem hará público un informe la semana que viene en el que denuncia el aumento imparable de los asentamientos judíos en Cisjordania. Muchos tienen la idea de que, al fin y al cabo, estos representan pequeños puntitos en el mapa cisjordano. Pero la realidad es más bien la contraria: son los pueblos y aldeas palestinos los puntitos del mapa, las islas rodeadas por asentamientos, carreteras e instalaciones militares israelíes. El citado informe muestra que los asentamientos judíos cubren el 42 por ciento de la superficie de Cisjordania. Desde que en 2004 Tel Aviv se comprometió, por medio de la Hoja de Ruta a congelar la construcción de asentamientos, la población judía ha crecido un 28 por ciento en el territorio palestino ocupado. Y si tomamos como punto de partida los Acuerdos de Oslo de 1993, la población colona se ha triplicado.
En estos momentos está en vigor una moratoria declarada por el gobierno israelí, en noviembre pasado, sobre la construcción de nuevos asentamientos (una moratoria limitada que no afecta a los asentamientos de Jerusalén Este ni a la "ampliación" de los existentes). La moratoria termina en septiembre y los colonos judíos más extremistas, junto al partido del presidente Netanyahu, Likud, ya han iniciado una fuerte campaña propagandística para que se reanude la colonización. Unos 300.000 colonos judíos viven en la Cisjordania ocupada y más de 195.000 en Jerusalén Este. Si la moratoria se da por acabada, será el pistoletazo de salida para la construcción de 2.700 viviendas nuevas para colonos judíos en Cisjordania.
Así las cosas, vecinos del barrio de Silwan y activistas palestinos e israelíes, vienen realizando manifestaciones de protesta que están siendo duramente reprimidas por fuerzas coaligadas del ejército y policía israelíes, colonos judíos y guardas de seguridad contratados por estos. No es un hecho aislado. En otros pueblos y aldeas de Cisjordania, afectados por la construcción del muro del apartheid, también se están llevando a cabo manifestaciones en las que participan israelíes solidarios, como en Bi'lin. Hay características que suelen compartir estas movilizaciones: nacen de abajo, unen a activistas de Fatah y Hamas y son no-violentas. De esto hablaremos en otro momento.
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