Cuatro horas en Chatila [DOCUMENTAL]



ARNULBA PALESTINA, 3 de agosto de 2012 — Entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, con el apoyo militar y la complicidad de Israel, las fuerzas de la Falange Libanesa masacraron a la población palestina en los campamentos de Sabra y Chatila. Hoy a 32 años de esta horrenda masacre, los responsables siguen gozando de la más absoluta impunidad, donde Israel, Estados Unidos y algunos países europeos, han hecho todo lo posible para proteger a los criminales y evitar que se haga justicia.
Las tropas israelíes, comandados por Ariel Sharon, el entonces Ministro de Guerra de Israel, y en coordinación con los paramilitares libaneses aliadas del estado sionista, planificaron y gestionaron el ingreso a los campamentos de estas milicias libanesas para que perpetraran una masacre contra una población compuesta principalmente de adolescentes, niños y mujeres. En esta masacre un numero indeterminado de refugiados palestinos (estimado entre 3.000 a 5.000), fueron cruelmente asesinados. Esta masacre mereció la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas a través de su resolución 37/123.
Sabra y Chatila eran dos campos de las Naciones Unidas para albergue de los refugiados palestinos, en los arrabales de la ciudad de Beirut, capital del Líbano. Estos dos campamentos -como resultado de la invasión militar israelí a el Líbano y de la posterior evacuación de las tropas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) convenida entre las partes, con la intervención de los Estados Unidos-, quedaron bajo control y jurisdicción del Ejército de Israel, el cual, moral y jurídicamente, era responsable y garante de la vida de los moradores de esos dos campamentos, de acuerdo con las Convenciones Internacionales respectivas.
Entre los días 16 y 18 de septiembre de 1982 y como resultado de una conspiración urdida por los jefes del Ejército israelí de ocupación, los campamentos fueron invadidos por paramilitares y bandas criminales que, con amplio respaldo logístico de las tropas sionistas -incluyendo una profusa iluminación de los campamentos con luces de Bengala- procedieron a masacrar a la inerme población civil. Esa población civil era en su mayoría ancianos, mujeres y niños, provocando un número de víctimas fatales las que, según la procedencia de la información, varía entre los 1.500 y los 3.000. En su furia homicida los criminales no respetaron ni a los animales domésticos y con idéntica saña ametrallaron caballos y perros. Luego procedieron a derrumbar viviendas para sepultar a las víctimas entre los escombros. La difusión por los medios de comunicación de esta incalificable masacre produjo un estremecimiento de horror en la opinión pública mundial y desde los más diversos sectores se alzaron airadas voces de protesta clamando el total esclarecimiento de los hechos y el castigo tanto de los responsables como de sus agentes actores. Comisión Ad Hoc Mientras el gobierno israelí creó una comisión ad hoc para “investigar” lo sucedido en Sabra y Chatila (Comisión Kahan), por otro lado un grupo de juristas de reconocido prestigio internacional de los Estados Unidos, Canadá, Francia, Sudáfrica e Irlanda, creó una comisión para investigar las violaciones israelíes de las leyes internacionales en el Líbano. Presidente de la comisión fue designado el poeta irlandés y Premio Nobel de la [está cortado]
Empero y mientras la comisión ad hoc israelí resultaba ser nada más que un subterfugio para enmascarar y diluir responsabilidades y una válvula de escape para la creciente presión de la opinión pública, la comisión internacional presidida por Sean Mac Bride ponía en descubierto todos los detalles de la confabulación urdida para perpetrar tan horrendo crimen. Muchas iniciativas legales y judiciales se han presentados para juzgar a los responsables, sin embargo tanto Israel como Estados Unidos han presionado para evitar que los criminales sean llevados a tribunales independientes. Una de las causas fue tramitada ante los tribunales de Bélgica, donde el tribunal de Apelación de ese país admitió tramitar la demanda presentada contra el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, por la matanza de Sabra y Chatila, si bien ha estimado que se debe “respetar su inmunidad” durante el ejercicio de su cargo. Sharon fue acusado de crímenes de guerra y contra la Humanidad. Sin embargo por presiones de Estados Unidos, Bélgica en 2003, derogó la lee ley que otorga “competencia universal” a los tribunales belgas para crímenes de lesa humanidad, salvando de esta forma a Sharon y los demás criminales de ser juzgados. . ¡En los crímenes de Sabra y Chatila, Israel logró con el apoyo político y militar evadir la justicia y los criminales siguen gozando de la impunidad! Jean Genet, testigo de los restos de la matanza, escribe su testimonio, políticamente contundente y de una belleza sobrecogedora, en el que se basa esta película.

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