Urnas vacías en los suburbios de las ciudades

WIKIMEDIA

El 72% de la población europea, más de 350 millones de ciudadanos, habita en las ciudades. Y se espera que antes del año 2050 llegue al 80%. La desigualdad que existe en una gran ciudad alcanza niveles que no se observan en una comparación entre países. En las grandes urbes hay barrios de familias con cuatro automóviles, tres casas y dos neveras a unos centenares de metros de espacios donde viven individuos sin calefacción, sin salud, sin trabajo, sin familia ni amigos ni conocidos. A veces, están separados tan solo por una carretera o una avenida. Pero esa frontera urbana es letal. Los ciudadanos que sufren todo tipo de carencias están concentrados en unos barrios concretos y rodeados de personas en la misma situación, formando un espacio de exclusión social, económico y, lo que nos interesa en este documento, político. 

Cuando se dibuja el drama de la exclusión social, se alerta, sobre todo, del escenario de privación múltiple que afecta al plano económico y social de los excluidos. La ruptura de los vínculos sociales y la carencia de recursos económicos impiden a veces tener en cuenta la exclusión política que sufren los más débiles de nuestra sociedad. En un estudio para la Fundación Alternativas (Gómez y Trujillo, 2011) localizamos unos agujeros negros de la democracia que coincidían casi milimétricamente con los barrios marginales de las grandes ciudades cuyos habitantes, en su mayoría, no participan en el proceso electoral. Y demostrábamos la existencia de una relación causal entre vivir en una sección electoral caracterizada como excluida socialmente y no participar en las elecciones. Estos barrios de pobreza extrema coexisten a menos de una manzana con espacios donde los ciudadanos desarrollan su proyecto vital con los recursos necesarios para tener una razonable calidad de vida y participan mayoritariamente en las elecciones.

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