La pospolítica, ¿el fin de la política como la habíamos conocido?

Para Fukuyama el fin de la historia es el fin de las ideologías [Foto vía wesleying.org].

En los últimos años se ha venido discutiendo sobre los desafíos y posibilidades de la política en una era posmoderna marcada por la pérdida de certezas colectivas (la familia, el sindicato, la religión, el partido político, la clase social, entre otros) y la pérdida de un sistema antagónico al demócrata-liberal, en lo político, y capitalista-neoliberal, en lo económico. Aunque de diferente índole, todas ellas anunciaban la llegada de una nueva manera de entender lo público y lo privado, y por lo tanto, nuevas formas en las que el individuo se relacionaba con su ciudad, el mundo laboral, lo espiritual, el Estado, el mercado, etc.

Las narrativas que entonces explicaban muy bien las contradicciones y que a su vez ofrecían ciertos horizontes colectivos como el liberalismo, el marxismo, u otros enfoques, dejarían de convencer y aglutinar a tanta gente conforme transcurría el siglo XX. Ya sea por totalizante, por utópico o porque obviaba las opresiones de grupos más específicos de individuos y grupos diversos, los grandes proyectos emancipadores que extendían derechos y libertades universales han sido cuestionados por grupos particulares que luchan por sus propios derechos, adelantando sus intereses específicos y promoviendo la construcción de sus propias culturas e identidades. A la vez, se desplazaba la gestión de los bienes comunes y el debate económico a una esfera de lo técnico-no-ideológico que resuelva los problemas.

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